El círculo virtuoso del Canal de Panamá

El círculo virtuoso del Canal de Panamá
Jimmy Carter junto a Omar Torrijos.


Existe una máxima en derecho que dice que el desconocimiento de la norma no te exime de responsabilidad: “Ignorantia legis non excusat”. ¿Pero qué pasa cuando, como panameños, exhibimos un abierto desconocimiento acerca de los mínimos comunes sobre los que descansa la institucionalidad democrática del Canal de Panamá? Esto puede tener varias explicaciones: cerca del 49% de la población no conoció ni vivió la gesta de 1964, y tampoco el 33% de la población experimentó la transferencia de la vía acuática. Por esto, soy de la opinión de que la trilogía de la economía, la ética y la historia moderna juegan un papel clave para entender este hecho.

Por esto, la rentabilidad neta que produce nuestra vía acuática y cuánto devengan sus trabajadores no es la discusión central. Los políticos pierden la visión de conjunto de que la teoría económica de John Maynard Keynes, de 1936, su conocida Teoría general del empleo, el interés y el dinero, también modeló principios éticos que le otorgaban a sus contenidos importantes consideraciones morales implícitas sobre el rol que debería ejercer el Estado interventor en la política económica para reducir el desempleo y la desigualdad, y cuyo resultado exhibía una fuerte inclinación por el bienestar social y la justicia económica.

El círculo virtuoso del Canal de Panamá
Jimmy Carter junto a Omar Torrijos.

Por esto, es importante este ejercicio pedagógico para entender el Canal de Panamá como un fenómeno complejo, que es más que una caja registradora que absorbe capital fresco de los mercados internacionales; es, en esencia, el resultado de una lucha histórica cuya indeleble firma fue estampada hace 47 años, un histórico 7 de septiembre de 1977, que hasta hoy genera un círculo virtuoso de progreso y bienestar.

Así, esta empresa nacional deja de ser un número frío de aportes totales al país que superan, en ya casi 25 años de administración panameña, los cerca de B/.1,878 millones que recibió durante los 85 años de manejo estadounidense, esencialmente por concepto de arrendamiento y compensación. No se trata entonces solo de economía pura, ni de cuestionar el statu quo como lo hacen algunos líderes críticos por amanecer inspirados en el filme Forrest Gump de 1994.

El círculo virtuoso del Canal de Panamá
El monumento, mide 13 metros de altura y fue elaborada con la técnica de bronce a cera perdida. Representa al general Omar Torrijos Herrera y al expresidente de Estados Unidos James Carter. Cortesía

Por esto, en el claroscuro de los debates en algunos órganos del Estado, la beligerancia política vestida de contraloría de recursos debe entender, desde mi humilde opinión, que el Canal de Panamá no solo representa el modelo panameñizado hecho a la medida de los mejores intereses del país interoceánico, pensado desde sus clientes, sino también aquellos valores que navegan al ritmo del crecimiento de la economía, conectados al latir y al sentir de su ética productiva, valores morales e historia reciente. Su carta ética de navegación posee un código de conducta, que dobla el blindaje pos-Tratado Torrijos-Carter que concibieron aquellos ilustres panameños en los diálogos de Bambitos y Coronado de los 90, que en la actualidad promueve la integridad, la transparencia, la responsabilidad y el respeto en todas las acciones relacionadas con la operación del canal.

El círculo virtuoso del Canal de Panamá
Jimmy Carter junto a Omar Torrijos.

Dicho de esta manera, su planteamiento ético es “reversible”; esto es, lo que se ve por dentro es lo mismo que se observa por fuera, y no hay otra forma de representarlo, por no ser un concepto abstracto, sino una cultura de vida productiva conectada con el país. Es que, visto desde adentro, este enfoque no se detiene mirando pasar barcos y contando toneladas métricas; reconoce también la necesidad de mantener un equilibrio entre el desarrollo económico y la preservación del entorno natural para las generaciones futuras, y del agua de una Cuenca Hidrográfica verde para una operación limpia y sostenible. Muy especialmente mirando hacia afuera, destaco el ineludible compromiso con la comunidad internacional donde se preserva en todo tiempo la seguridad, eficiencia y neutralidad del canal para todos los usuarios, independientemente de su país de origen, y con base en la neutralidad establecida en el precitado Tratado, asegura un Canal abierto y disponible para el comercio internacional sin discriminación.

Ya pensando en cada panameño como sujeto histórico, entendamos entonces que el Canal de Panamá no es un ábaco para contar aportes, es mucho más complejo, y por esto, en ocasiones especiales donde se juntan en el mismo mes la conmemoración de la firma de los Tratados con el día de la alfabetización, siete y ocho de septiembre respectivamente, la ocasión es propicia para entregar una pequeña dosis de “canalfabetización”, la cual siempre será oportuna en un país con abundante memoria de corto plazo y muy escasa en cuanto al conocimiento de la historia política de Panamá.

Bajo este entendido, y ya en el claroscuro que produce el éxito crepuscular de la historia al haber transcurrido un cuarto de siglo de administración panameña, está ocurriendo un nuevo pase de antorcha a las nacientes generaciones, que al tomar el 10 hasta ahora alcanzado, haciéndolo su cero de partida, les tocará asumir el diseño de la nueva arquitectura del canal del futuro y ser como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día sea perfecto. Este es el círculo virtuoso del Canal de Panamá, un ciclo continuo de prosperidad, progreso y desarrollo para una mayor y mejor justicia social; orgullosamente hecho a lo panameño.

El autor es doctor en ciencias de la educación, sociólogo y estudiante de derecho y ciencias políticas.


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