El COP27 y la desigualdad climática: ¿quién paga la cuenta?



Del 6 al 18 de este mes, líderes de más de 190 países se reúnen en la ciudad de Sharm El-Sheikh, Egipto, para celebrar la 27ª Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27).

La delegación de Panamá, conformada por miembros de entidades gubernamentales y no gubernamentales, presentará los avances del país en el cumplimiento de compromisos del Acuerdo de París y además reiterará la responsabilidad de los países desarrollados como principales contribuidores al cambio climático.

Los negociadores también destacarán que Panamá es uno de los únicos tres países en el mundo que son carbono negativo, lo que quiere decir que sus bosques absorben más gases tóxicos de los que emite el país por actividades humanas. Además, seguramente mencionarán que el impacto de Panamá al cambio climático es considerado insignificante: para el 2016, nuestro país era responsable por solamente el 0.03% de las emisiones globales de dióxido de carbono (CO2), ocupando el puesto número 97 en el mundo.

Ojo: esto no quiere que decir que el cuidado del medio ambiente en Panamá es ejemplar. El interior del país continúa siendo devastado por incendios, una práctica que afecta horriblemente todos los años a todo el país. En 2016, casi la totalidad de la provincia del Darién se quemó. Muy poco queda de ese bosque, ahora asediado por el paso de migrantes que, entre otras cosas, lo han contaminado.

Sin embargo, comparado con los principales emisores de CO2, la contribución al cambio climático de Panamá es mínima, pero su vulnerabilidad a los impactos del cambio climático es sumamente alta. Al otro lado del espectro se encuentran los países ricos del Norte global, que, si bien también sienten los impactos de la crisis, pero en una escala menor, son responsables del 92% de las emisiones globales de carbono.

Estados Unidos, por ejemplo, ha emitido más CO2 que cualquier otro país hasta la fecha y es responsable del 25% de las emisiones históricas; similarmente, los 28 países de la Unión Europea han contribuido 22% de las emisiones históricas de CO2.

(Las emisiones históricas, o acumuladas, de CO2 indican qué países han contribuido más al cambio climático, ya que el CO2 permanece en la atmósfera durante al menos 150 años, a diferencia de otros gases como el metano y los óxidos nitrosos, que generalmente desaparecen en aproximadamente una década. Por esa razón, los principales emisores anuales actuales, como India, China y Brasil, aunque actualmente están arrasando con el medio ambiente, no son grandes contribuyentes en un contexto histórico... todavía).

Y sin embargo, aunque Estados Unidos y la Unión Europea se han adherido al Acuerdo de París, el Climate Action Tracker (CAT), un consorcio internacional mantenido por tres instituciones científicas, califica las contribuciones al Acuerdo de París de Estados Unidos y las de la Unión Europea como “insuficientes”.

Pero, ¿no deberían los países que más han contribuido a la crisis climática, los principales emisores y contribuidores al calentamiento global, liderar los esfuerzos por combatir la crisis? Y, ¿no deberían asumir también un compromiso financiero con los países en desarrollo para ayudarles en la mitigación, adaptación y con las pérdidas y daños causados por la crisis?

Son los países más pobres y en desarrollo los que enfrentan los peores y más desproporcionados impactos del cambio climático: solo este año, Pakistán ha sufrido $15 mil millones en pérdidas económicas por las inundaciones en el país, lo cual plantea la siguiente (complicada) pregunta: con los países de mayor ingreso responsables de más del 90% de todas las emisiones de carbono y los países más pobres siendo los peor afectados, ¿quién debería pagar la cuenta?

En efecto, el Sur global, o los países en desarrollo, lleva años demandándole a los países ricos que ayuden a pagar la factura del daño causado por el cambio climático. Pero Estados Unidos y la Unión Europea se han opuesto a los “pagos por pérdidas y daños” y a la idea de que países del Norte global deberían pagar al Sur global por los impactos del cambio climático.

Pero finalmente, las cosas han cambiado: por primera vez, la agenda formal de las negociaciones climáticas de la ONU incluirá una discusión sobre los pagos por pérdidas y daños. Pero, ¿cómo funcionaria este pago en práctica?

Como mínimo, se buscaría:

1. Acordar una forma de medir y atribuir pérdidas y daños.

2. Establecer un fondo monetario para proporcionar ayuda a las víctimas de desastres naturales.

3. Asegurar que el fondo se financie con contribuciones de las naciones más contaminantes.

El primer punto es sin duda el más controversial, ya que las naciones ricas argumentan que es imposible identificar cuánto contribuyeron las emisiones de un país en particular a las pérdidas monetarias relacionadas con el clima en otro.

Una sugerencia, de la publicación británica Carbon Brief es calcular cuánto deben los países en relación con sus emisiones históricas. (En su cálculo, encontró que Estados Unidos, habiendo contribuido $8 mil millones en financiamiento climático para 2020, tenía un déficit de $32 mil millones si el país pagara su parte relativa por sus emisiones históricas).

Por otro lado, la Alianza de Pequeños Estados Insulares, un grupo de países de baja altitud, sugirió que las empresas de combustibles fósiles también deberían ser parte del cálculo y asumir parte de esta carga.

Y según el primer ministro de Antigua y Barbuda, Gaston Browne, países como China e India, que pertenecen al Sur global, pero hoy en día son el primer y tercero mayor contribuyente de emisiones, respectivamente, deberían ayudar a contribuir al fondo de pérdidas y daños, algo que parece sensato y justo.

Sin duda alguna lo más importante al llegar a un acuerdo sobre pagos por pérdidas y daños es que países contribuidores al calentamiento global –ambos ricos (como Estados Unidos y la UE) y otros en desarrollo (China, India) tengan la voluntad de asumir responsabilidad. China apoya la creación de un fondo de pérdidas y los daños, pero se rehúsa a contribuir financieramente a este fondo. Estados Unidos aún no se ha pronunciado sobre el tema. Pero varios países europeos, incluyendo Escocia, Alemania, Bélgica y Dinamarca, han anunciado planes unilaterales para comenzar a compensar los daños climáticos. Y sorprendentemente, el pasado 8 de noviembre, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, adoptó una postura diferente al pasado: “Los más necesitados, en el mundo en desarrollo, deben recibir apoyo para adaptarse a un clima más duro. Esta es la razón por la cual COP27 debe abordar las pérdidas y los daños causados por el cambio climático. Ya es hora de poner esto en la agenda”.

La autora es especialista en relaciones internacionales y políticas públicas


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