El 23 de abril es el Día del Libro y de la Lengua Española.
Víctor Hugo fue quien propuso que cada 23 de abril se celebrara el Día Mundial del Libro, porque creía que era el aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes y de William Shakespeare. Más tarde se afirmó que también el Inca Garcilaso de la Vega había fallecido ese mismo día en 1616. Sin embargo, investigaciones posteriores demostraron que esto no es exacto: Cervantes murió el 22 de abril de 1616 y fue enterrado al día siguiente; el Inca Garcilaso murió el 24 de abril; y Shakespeare falleció el 23 de abril según el calendario juliano, que corresponde al 3 de mayo del calendario gregoriano, utilizado por Cervantes y el Inca.
En 1582, el papa Gregorio XIII adelantó diez días el calendario vigente —el juliano, llamado así en honor a Julio César— para corregir un desfase astronómico. Los países católicos adoptaron de inmediato la reforma, pero Inglaterra no lo hizo hasta 1752. Por eso, la fecha de la muerte de Shakespeare, según el calendario gregoriano, se sitúa diez días después de la oficialmente registrada.
Un caso típico de estas confusiones de fechas es el de la famosa Revolución de Octubre, que llevó al poder a los bolcheviques en Rusia. Como los zares nunca adoptaron el calendario gregoriano, la Unión Soviética lo implementó en 1918. Así, la llamada Revolución de Octubre de 1917 en realidad ocurrió el 8 de noviembre.
El 4 de octubre de 1582, los habitantes del mundo católico se fueron a dormir y despertaron diez días después: el 15 de octubre. Santa Teresa de Jesús murió el 4 de octubre de 1582 y fue enterrada al día siguiente, es decir, el 15 de octubre.
El regalo de un libro, además de ser un obsequio, es un elogio. En Cataluña, el 23 de abril es costumbre regalar un libro y una rosa. Ojalá esa hermosa tradición se generalizara entre nosotros.
Julián Gayarre, a pesar de haber sido considerado en su tiempo el mejor tenor del mundo, hoy es casi ignorado. En cambio, Enrico Caruso —que nació solo veintinueve años después— es ampliamente conocido. ¿Y sabes por qué? Porque durante la vida de Caruso se inventó el gramófono, lo que permitió a generaciones posteriores escuchar su voz.
Así como la tecnología acústica nos permite hoy disfrutar del talento de cantantes ya desaparecidos, los libros nos permiten conocer la filosofía griega, el derecho romano o el genio de Homero, Cervantes o Shakespeare.
Los libros almacenan y transmiten el pensamiento y el sentimiento de las generaciones que nos precedieron. La tradición oral, por sí sola, no habría sido capaz de legarnos los conocimientos que hacen posible la vida civilizada, la vida moderna. Sin ellos, seguiríamos actuando a ciegas, casi por instinto, como los animales de los que procedemos. Podemos afirmar que somos lo que somos gracias a los libros.
En fin, lo importante es que recordemos, aunque sea un día al año, a ese amigo silencioso que, aun sabiendo más que el lector, tiene la humildad de acompañarlo a donde sea, no se cansa de conversar con él, lo espera el tiempo que haga falta y solo le pide una cosa: que no deje de mirarlo mientras le habla. El amigo más fiel es el libro.
El autor es jubilado.

