El diálogo intercultural como puente para la paz social



Alguna vez se han imaginado un Panamá sin diversidad? ¿Sin el crisol de razas, costumbres y tradiciones que nutren nuestra identidad? Probablemente, no. Quizás se hayan planteado el porqué de la falta de tolerancia ante lo que se mira como una paleta de colores viva y de amplios matices. Para los movimientos sociales, antropológicos, sociológicos y políticos, existe un diálogo creativo que ha contribuido a que se vayan integrando las diferencias culturales y los derechos de cada grupo -Maloney, 2016 citando a García-Canclini, 2013-.

Gracias a la globalización y al proceso de construcción de identidades producto de este fenómeno mundial, experimentamos un cambio social de una juventud que llama a nutrir los espacios seguros que celebren la pluralidad. Estas corrientes son representativas de una juventud diversa que, lejos de preocuparse por diseñar una sociedad homogénea, busca abrazar aquellos aspectos que nos hacen únicos. Estos valores propician el diálogo intercultural. No obstante, existen sesgos ocultos que auguran sombras. Si escuchamos cuidadosamente la jerga nacional, nuestro vocabulario incorpora frases y palabras que no fomentan precisamente la interculturalidad al tener connotaciones que demuestran sesgos sociales. El diálogo intercultural debe construirse como un proceso dinámico y voluntario fundamentado en la aceptación de la heterogeneidad que caracteriza a nuestra sociedad.

El exsecretario de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) Kofi Annan señalaba que “la diversidad es una virtud universal y que las personas del mundo están mucho más unidas por su destino común que lo que están divididas por sus identidades separadas”. La sabiduría de sus palabras nos debe orientar a repensar, como panameños, el nivel de unidad que tenemos como nación, no sólo para cuestiones culturales, sino también para causas comunes. Debemos tener presente que la falta de esta unidad puede derivar en conflictos sociales cuyas expresiones más comunes son el prejuicio, la discriminación y la indiferencia ante la injusticia.

El diálogo intercultural no se reduce a sólo plantearnos una coexistencia tolerante. Por el contrario, debe encaminar nuestros pensamientos, palabras y acciones en la búsqueda de condiciones de vida dignas para todos. Ante ello, la Dra. Rozenn Le Mur explica que el primer factor indispensable para el diálogo intercultural es que exista una voluntad explícita y genuina de llevarlo a cabo.

Es preciso resaltar que el propósito de este proceso es abrazar las diferencias culturales, sociales, raciales e intergeneracionales con el fin de derribar las causas políticas que desestabilizan la paz social. Este proceso coloca al diálogo y a la escucha activa como ejes para romper con el etnocentrismo y la asimetría de poder entre los individuos.

Vale la pena profundizar y repensar cómo se desarrolla este mecanismo en la sociedad. En materia educativa, el dialogo intercultural en Panamá no debería limitarse a la educación bilingüe en zonas urbanas. Tambien debería adoptar el aprendizaje de los idiomas y dialectos de nuestros pueblos indígenas.

El sociólogo Gerardo Maloney explicaba en 2016 los abismos que existen entre las generaciones que crecieron con la cultura de escribir a mano y de quienes crecimos con un dispositivo electrónico en nuestras manos.

El diálogo intercultural es un tema interseccional que, como afirma Maloney, brinda un campo de estudio fértil para la formalización de acciones que integren en la agenda nacional regulaciones que garanticen derechos a los distintos componentes étnicos y culturales que contribuyen a nuestro desarrollo desde el nacimiento del Istmo hasta la actualidad.

Ante las olas migratorias internas y externas, la reformulación de las agendas educativas, la globalización y la introducción de la tecnología, estamos en un punto de inflexión ideal para, desde la madurez, construir un país en unidad.

En estos momentos de constante aprendizaje en un mundo sensible y lleno de cambios, te invito a imaginar y tomar acción por construir un Panamá unido en la cultura del respeto, de la paz y del entendimiento. En ese menester, la juventud se convierte en el núcleo de acción y principal capital humano para atender este llamado a la acción con la misión de construir barreras y construir puentes de entendimiento.

El autor es LLAC 2021, miembro de Jóvenes Unidos por La Educación, estudiante de Relaciones Internacionales y co-fundadora del proyecto ReConectArte


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