Luego de 36 días de movilizaciones nacionales, un fallo de inconstitucionalidad de la Corte Suprema de Justicia y una profunda crisis política y social con su sobreviniente falta de legitimidad para nuestras autoridades, es importante que el Estado extraiga de esta experiencia importantes lecciones para que, en la medida de lo posible, no vuelvan a repetirse. Una de ellas se desprende de la pluma de Cervantes, quien en El Quijote nos introduce a ese famoso refrán “Dime con quién andas, decirte he quién eres” (así apareció originalmente escrito en El Quijote II). Dicho en otras palabras, Panamá debe ser más cautelosa con el historial de sus inversionistas extranjeros, en particular en lo relativo a derechos humanos, transparencia y democracia. El caso de First Quantum Minerals y su historial en la República Democrática del Congo (RDC) es ilustrativo del tipo de inversionista que no queremos.
La historia reciente de la RDC, llena de inestabilidad, atrocidades y conflictos armados, se encuentra muy arraigada a la del genocidio en Ruanda. Muchos hemos escuchado que, en 1994, durante 100 días, se perpetró un genocidio en Ruanda por grupos hutus (Interahamwe, entre otros) en contra de la población tutsi, acabando con la vida de más de 800,000 personas. Ante la inacción de la comunidad internacional, le correspondió al Frente Patriótico Ruandés (FDR) liberar Ruanda de los extremistas. No obstante, la historia no terminó ahí, pues algunos de los hutus que habían orquestado el genocidio, huyeron a la RDC a campos de refugiados, que en un escenario postconflicto marcado por el genocidio, se encontraban llenos de hutus ruandeses. En ese contexto, el FDR, ahora gobierno de Ruanda, dio su apoyo a la Alianza de Fuerzas Democráticas para la liberación del Congo, compuesta por una coalición de minorías disidentes de Ruanda, Uganda, Burundi y Congo, quienes lograrían deponer al dictador Mobutu, perpetrando para tal fin múltiples atrocidades e imponiendo a Laurent Kabila como presidente. Kabila sería asesinado en 2001 y su hijo Joseph tomaría las riendas del país hasta el 2019.
La situación de la RDC es muy compleja; incluye misiones de mantenimiento de la paz de Naciones Unidas, investigaciones por crímenes de guerra y de lesa humanidad por la Corte Penal Internacional, la presencia de grupos rebeldes como el M23, elecciones sangrientas, entre otras cosas. En ese sentido, Jason K. Stearns, en su libro Dancing in the Glory of Monsters (Danzando en la gloria de los monstruos), recoge la tragedia del colapso de este país y los millones de muertos que le acompañan. En su relato, a Stearns no le fue esquivo el rol de First Quantum, ya que señala que antes de que los rebeldes llegasen a Kinshasa y se hiciesen del poder, la compañía canadiense ya le había dado anticipos multimillonarios a cambio de una concesión minera.
Dicha práctica dista de ser una anomalía, pues el propio Grupo de Expertos del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas encargado de examinar la explotación ilegal de recursos naturales y otras riquezas de la RDC, se refirió a First Quantum en su informe final (S/2002/1146). En el mismo, señala que en un intento por hacerse de los derechos de explotación en Kolwezi, la empresa ofreció “un depósito al Estado de 100 millones de dólares, pagos en efectivo y acciones en fideicomiso a miembros del gobierno”. Entre estos miembros se encontraban ministros y altos dignatarios, así como directivos de empresas estatales. La estrategia era que estos altos cargos se viesen beneficiados al adquirir las acciones ante una fuerte subida de estas, una vez se anunciase que la empresa First Quantum había obtenido una de las concesiones mineras más valiosas en la RDC. En resumen, se trataban de prácticas corruptas en contubernio con un gobierno autocrático, cuyo historial en materia de derechos humanos era deplorable, todo esto en un contexto de derrama del genocidio en Ruanda y sus implicaciones a nivel regional.
¿Qué le corresponde hacer, entonces, a Panamá con inversionistas como éste? En palabras sencillas, aplicar con el mayor rigor posible los principios rectores sobre empresas y los derechos humanos, impulsar su implementación a nivel local, así como la normativa aplicable a la prevención de prácticas corruptas. En cuanto a este último punto, es necesario también elevar nuestros estándares y excluir de procesos de contratación a empresas extranjeras que se hayan visto involucradas en prácticas corruptas de esta naturaleza, en detrimento de la democracia y los derechos humanos.
First Quantum no es el único caso. Empresas de tecnología extranjeras establecidas en nuestro país e involucradas en atrocidades en lugares como Turquestán Oriental, también son parte del problema.
Hace algunos días, un personero de la minera aseveró que los países tienen los inversionistas que se merecen. Desde este espacio, mi contribución ciudadana va encaminada, precisamente, a materializar - en positivo - lo que dijo Cervantes, en su momento, y lo que luego harían eco Blasco de Garay y Francisco de Quevedo, sépase que se adopten medidas correspondientes para atraer y andar con inversionistas que actúen con transparencia, que crean en la democracia y que respeten los derechos humanos.
El autor es abogado y profesor de derecho internacional
