Para Estados Unidos (EU), las intervenciones militares y los golpes “sangrientos internos” con el apoyo directo de ejércitos “lacayos” dejaron de tener vigencia prácticamente desde la década de 1990 por la secuela de críticas de gobiernos aliados pertenecientes al mundo desarrollado y tecnológico. También porque los mismos empezaron a “perder prestigio”, según los propios especialistas de la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
En su lugar, se está aplicando una nueva metodología de intervención mucho más sublime, la cual cual ha sido bautizada por el politólogo estadounidense Gene Sharp como “golpe suave”, golpe “blando” o revolución de “colores”. De acuerdo al experto en mención, los golpes de Estado militares se dejaron de contemplar, ya que los mismos dejaron de tener “vigencia” y en la mayoría de los casos se apuntaba internacionalmente a los gobiernos de turno de la “casa blanca” de ser los “cerebros” tras bastidores.
Gene Sharp ha sido contratado por la propia CIA para simular posibles crisis de poder en gobiernos que no son afines con la política de “dominio global” de los EU. Esto incluye, desde luego, a gobiernos como China, Rusia o, incluso, gobiernos no “alineados de Latinoamérica”.
Es importante que para la aplicación del “golpe suave” exista una perspectiva de descontento en los países donde se elija aplicarlo. Esta perspectiva de descontento puede estar presente de forma inmediata, a mediano y corto plazo. También es importante, que dicho descontento esté ligado con temas como la corrupción, aspectos legales, ideológicos e incluso sexuales.
En el caso de Perú, se ensayó desde un principio la vinculación del presidente electo Pedro Castillo con las “inclinaciones totalitarias”, es decir su simpatía con el modelo socialista. Recordemos que para EU, los gobiernos totalitarios son aquellos asociados con el “marxismo” o aquellos que no están totalmente alineados con los planes e intereses regionales de EU como es el caso de El Salvador, cuyo presidente no pertenece a la “izquierda política” pero tampoco está totalmente acorde con la línea política norteamericana.
El “bombardeo masivo” en los medios de comunicación, tanto locales como internacionales, sigue siendo muy importante. No obstante, el mismo está acompañado con la presentación de “expertos” en temas de política global para dejar una imagen de fuerza y legitimidad en las mentes de los sectores políticos locales. Los mismos al referirse a gobernantes que pretenden tener agenda propia los tildan de “totalitarios” o “dictadores” (Caso Bukele).
Son muy pocos los medios periodísticos que a nivel internacional dejaron de “satanizar” la figura de Pedro Castillo como alguien vinculado al caos y a la extrema izquierda. Incluso se minimizó su capacidad como gobernante con el epíteto de “maestro rural”.
Como las intenciones de Pedro Castillo no estaban acordes con los intereses de los sectores sociales poderosos al intentar reformar la Constitución “fujimorista” era imprescindible crear, desde un inicio, un clima de “ingobernabilidad”, el cual es otro de los objetivos de los denominados “golpes blandos”. Y es aquí donde entra en escena la parte “legalista” que consistió en buscar una excusa para destituir a Castillo invocando faltas “morales” y de atentado contra el orden vigente.
Es verdad que Castillo de manera ingenua trató de disolver el Congreso para darse una tabla salvadora, pero tarde o temprano su destino estaría sellado. En la mesa ya estaba servida el futuro que implicaba la remoción de Castillo en una conspiración que involucraba a los sectores más “conservadores”, los mismos que tienen en desasosiego a este país desde hace más de una década. En seis años, Perú ha llegado a tener seis presidentes, lo cual le imprime el sello de un país demasiado inestable y muy dividido socialmente.
Desde luego que la defensa de la democracia y la institucionalidad no pueden faltar para justificar un golpe “blando” como el que acaba de ocurrir en Perú. Un comunicado de la embajada de EU en Perú, apoya la remoción de Pedro Castillo, quien fuera elegido por voto popular con la siguiente frase donde se rechaza “cualquier acto extra constitucional del presidente Castillo para impedir que el congreso cumpla con su mandato”. La Unión Europea no se queda atrás en a su apoyo a este “golpe blando” contra Pedro Castillo y en su mensaje a favor de la “institucionalidad” y el orden jurídico expone sus claras intenciones de apoyar la decisión del Congreso del Perú, muchos de cuyos integrantes han sido salpicados en el pasado por escándalos de corrupción.
La aplicación del modelo del “golpe blando” contra Pedro Castillo sin uso excesivo de fuerza militar, aparte de ser un “ensayo” quirúrgico, a mi juicio, es un claro mensaje hacia gobiernos calificados de “izquierda” como el de Lula Da Silva en Brasil o Gustavo Petro en Colombia.
Quizá el grave error del depuesto presidente del Perú radica en no haber contado con una estructura sólida de poder y tampoco con un férreo respaldo de las organizaciones populares. Sencillamente, su ingenuidad y desconocimiento de la memoria histórica en su propio país desde el comienzo lo llevó a dar un salto hacia el vacío sin contar con un paracaídas confiable.
El autor es sociólogo y docente