La decisión de un país de abandonar las pruebas PISA puede tener serias implicaciones para su sistema educativo y el desarrollo a largo plazo de su sociedad. Cuando la motivación detrás de esta decisión no es una evaluación técnica o pedagógica, sino un intento de ocultar deficiencias profundas en el sistema educativo para darle un manejo político, las consecuencias pueden ser aún más perjudiciales. En lugar de abordar los problemas estructurales que afectan a los estudiantes, esta decisión podría agravar las desigualdades educativas y limitar el acceso a oportunidades de mejora, condenando a muchos jóvenes a un futuro con menos posibilidades.
Ocultamiento de deficiencias profundas. El principal problema de abandonar las pruebas PISA para evitar exponer deficiencias educativas es que no se resuelve el problema de fondo. En lugar de reconocer y abordar las brechas en la calidad de la educación, el gobierno elige no enfrentarlas públicamente, lo que retrasa la implementación de reformas necesarias. Este enfoque puede perpetuar un ciclo de baja calidad educativa sin generar un sentido de urgencia en los responsables políticos.
Consecuencia. El ocultamiento de las deficiencias puede evitar la rendición de cuentas. La falta de datos comparativos internacionales y de evaluaciones transparentes puede hacer que los problemas queden enterrados, impidiendo que la sociedad exija mejoras. Los estudiantes sufrirán las consecuencias al no recibir una educación que los prepare adecuadamente para los desafíos del siglo XXI.
Manipulación política del sistema educativo. Abandonar PISA para evitar que salgan a la luz deficiencias permite al gobierno controlar el discurso sobre el rendimiento académico, sin evaluaciones independientes que lo contradigan. Esto les permite presentar una versión más optimista de la situación educativa, sin reflejar las verdaderas dificultades que enfrentan los estudiantes.
Consecuencia. El manejo político de la educación impide un debate abierto y basado en evidencia sobre las reformas necesarias. Esto puede generar una falsa sensación de progreso, mientras los estudiantes continúan mal preparados para las demandas del mundo moderno. A largo plazo, la manipulación política puede resultar en un deterioro del capital humano del país, afectando su competitividad y desarrollo socioeconómico.
Desconexión de los estándares internacionales. Las pruebas PISA no solo miden conocimientos académicos, sino también habilidades fundamentales como el pensamiento crítico y la resolución de problemas. Al abandonar PISA, el país pierde la oportunidad de comparar su sistema educativo con los estándares internacionales, lo que reduce la posibilidad de identificar áreas de mejora.
Consecuencia. La desconexión de los estándares internacionales afecta la capacidad del país para preparar a sus estudiantes para un entorno globalizado. Estos podrían quedar en desventaja frente a sus pares internacionales, tanto en el ámbito académico como en el mercado laboral, limitando sus oportunidades en una economía del conocimiento.
Retraso en las reformas educativas necesarias. La participación en evaluaciones como PISA ha demostrado ser un catalizador para reformas educativas. Las comparaciones internacionales pueden evidenciar la necesidad urgente de mejorar ciertas áreas, lo que lleva a la implementación de políticas y programas adecuados. Al retirarse de PISA, el país pierde un impulso importante para realizar reformas educativas que, aunque políticamente difíciles, son necesarias.
Ejemplo. Países como Polonia y Alemania, que inicialmente obtuvieron resultados decepcionantes en PISA, usaron estos resultados para reformar sus sistemas educativos, mejorando significativamente en las ediciones posteriores.
Consecuencia. Si un país abandona PISA y no reconoce públicamente sus debilidades, las reformas se retrasan o no se implementan de manera efectiva. Esto deja a generaciones de estudiantes atrapados en un sistema que no responde a sus necesidades ni les proporciona las habilidades que el mundo moderno exige.
Pérdida de credibilidad internacional. La decisión de abandonar una evaluación internacional como PISA puede ser vista como una señal de que el país no está comprometido con mejorar su sistema educativo. Esto puede afectar su credibilidad ante la comunidad internacional en términos de cooperación educativa y financiera.
Consecuencia. La pérdida de credibilidad puede disminuir las oportunidades de intercambio educativo y científico, así como atraer menos inversiones extranjeras. Empresas internacionales, que valoran la calidad del talento local, podrían ser menos propensas a invertir en el país si perciben que los niveles educativos son bajos y que el gobierno no está comprometido con su mejora.
Desventaja competitiva en el mercado laboral global. En un mundo cada vez más globalizado, las habilidades que miden pruebas como PISA son fundamentales para el éxito en el mercado laboral. Si el sistema educativo no se evalúa ni se ajusta para desarrollar estas competencias, los estudiantes estarán en desventaja con respecto a sus pares internacionales al ingresar al mercado laboral.
Consecuencia. La falta de preparación adecuada impacta directamente en la empleabilidad y capacidad de los graduados para acceder a trabajos bien remunerados, lo que podría generar una fuga de cerebros o una dependencia de trabajos de baja calificación. Esto afecta la competitividad económica del país y su capacidad para innovar.
Impacto en la equidad educativa. PISA también mide la equidad en los sistemas educativos, evaluando las diferencias en resultados entre estudiantes de distintos orígenes socioeconómicos. La retirada de PISA podría evitar que se visibilicen las brechas de equidad en el acceso a una educación de calidad.
Consecuencia. Sin una evaluación que visibilice estas brechas, es más difícil implementar políticas públicas que aborden las desigualdades. Esto perpetúa la falta de oportunidades para los estudiantes más vulnerables, consolidando la exclusión social y la pobreza a lo largo del tiempo.
Ceguera política hacia los problemas reales. Al retirar a un país de PISA, los responsables políticos podrían estar creando una burbuja en la que los problemas educativos no se enfrentan de manera directa. Esta “ceguera política” es peligrosa porque eludir el escrutinio internacional no elimina los problemas reales de los estudiantes.
Consecuencia. A largo plazo, la falta de políticas basadas en evidencia y la negación de los problemas reales conducen al estancamiento o al deterioro del sistema educativo, poniendo en riesgo tanto el futuro de los estudiantes como el desarrollo económico y social del país.
Conclusión. Abandonar las pruebas PISA para ocultar deficiencias educativas con fines políticos es un enfoque a corto plazo que puede tener consecuencias devastadoras. El manejo político de la educación, el ocultamiento de los problemas y la falta de transparencia impiden el progreso y perjudican el futuro de los estudiantes y la nación en su conjunto. Un país con deficiencias educativas debería utilizar los resultados de estas evaluaciones para implementar mejoras que fortalezcan la enseñanza y brinden a los estudiantes las herramientas necesarias para enfrentar los desafíos del futuro.
Consultor internacional en educación y presidente de la Fundación Roberto Boutet Díaz.