En un mundo cada vez más globalizado, las grandes empresas multinacionales operan en múltiples países con legislaciones tributarias diversas. Esta situación ha complicado la gestión del impuesto sobre la renta a nivel global, generando casos de doble o múltiple tributación, así como su opuesto: la posible ausencia de tributación. Esto, en parte, ha propiciado una competencia entre países que ofrecen tasas impositivas muy bajas para atraer inversiones.
Para abordar esta problemática, se ha propuesto el Pilar 2 del proyecto BEPS (Base Erosion and Profit Shifting), que introduce un impuesto mínimo global. Este artículo explica de manera sencilla qué es este impuesto, por qué es importante y los retos que enfrenta su implementación.
¿Qué es el Impuesto Mínimo Global?
El impuesto mínimo global es una tasa impositiva mínima que se aplicará a las multinacionales con ingresos anuales superiores a 750 millones de euros. Su objetivo es garantizar que estas grandes empresas paguen un nivel mínimo de impuestos, independientemente del país en el que operen. Actualmente, esta tasa se ha fijado en un 15%.
¿Por qué es importante?
Equidad fiscal: Este impuesto busca que las multinacionales paguen una proporción justa de impuestos, sin importar dónde generen sus ingresos, lo que contribuye a reducir la evasión fiscal y la competencia desleal entre países.
Aumento de ingresos: Al garantizar un mínimo de tributación, los países podrán aumentar sus ingresos fiscales, recursos que pueden destinarse a servicios públicos y a reducir la desigualdad.
Estabilidad económica: La reducción de la competencia fiscal entre países fomenta una mayor estabilidad económica, evitando la “carrera hacia el fondo” en las tasas impositivas.
Implementación en diferentes regiones
Unión Europea: La mayoría de los países de la región implementaron el impuesto mínimo global en 2024, demostrando un compromiso conjunto contra la evasión fiscal.
Asia: Países como Singapur y Vietnam han aprobado legislación y planean implementarlo en 2025, marcando una tendencia global hacia su adopción.
Latinoamérica: Mientras Puerto Rico estudia cómo legislar sobre el tema, Brasil ya anunció su implementación, evidenciando avances hacia políticas fiscales más equitativas en la región.
Retos de la Implementación
Complejidad técnica: Requiere ajustes significativos en las leyes fiscales nacionales y una estrecha coordinación entre jurisdicciones.
Resistencia de las multinacionales: Estas empresas podrían resistirse, ya que la medida impactará sus estrategias de planificación fiscal.
Desafíos administrativos: Los países, especialmente los de economías en desarrollo, deberán fortalecer sus capacidades para supervisar y aplicar el impuesto.
Coordinación internacional: La efectividad del impuesto dependerá de que la mayoría de los países adopten la medida; de lo contrario, las empresas podrían trasladar operaciones a jurisdicciones con menor carga fiscal.
Conclusión
El impuesto mínimo global representa un esfuerzo ambicioso por establecer una tributación más justa y equitativa a nivel mundial. Aunque su implementación presenta desafíos significativos, los beneficios potenciales incluyen una mayor equidad fiscal, incremento de los ingresos públicos y estabilidad económica. A medida que más países se sumen a esta iniciativa, es probable que surjan cambios sustanciales en la gestión tributaria de las multinacionales, promoviendo un sistema fiscal más justo y sostenible.
El autor es Country Managing Partner – EY.