El Diccionario de la lengua española define leyenda como “narración de sucesos fantásticos que se transmite por tradición”; mientras el Diccionario de americanismos no brinda, hasta el momento, una acepción para el término señalado.
Las leyendas tienen esa particularidad tan gustada por los pueblos de fusionar imaginación y realidad. Al recogerlas en una obra, los escritores emplean recursos como el realismo mágico, conformado por acontecimientos que nunca tendrían cabida en la realidad, y, lo real maravilloso, sucesos increíbles pero que pertenecen al mundo de lo verosímil para cumplir con el cometido de impregnar en el papel la fuerza del relato oral.
Al caracterizarse por este tipo de contenido que juega con la imaginación del lector, las leyendas podrían formar parte del género fantástico que, según Tzvetan Todorov, en su libro Introducción a la literatura fantástica, corresponde a aquella narrativa donde “[...] la explicación de los hechos que suceden puede tener una explicación realista y, a su vez, una fantástica” (Todorov, 1981).
Siendo así, la leyenda podría definirse como una narración compuesta por hilos de acción reales e irreales, cuya mezcla dota a la historia de un velo de misterio.
En los pueblos americanos, antes de pasar el término leyenda al vocabulario, su devenir se acompaña por ese compartir de anécdotas que nacían al calor o no de un fogón, entre familiares o amigos para otorgarles, entre otros fines, una explicación a las diferentes vivencias. En esta línea, Álvaro Valderas en su introducción a Los Cuentos, leyendas y relatos de Chiriquí (2012), de Hidris Herman Stapf, nos dice que las personas entenderían la riqueza de su esencia si escudriñaran en las costumbres, creencias y tradiciones de sus antepasados.
En la tradición oral y escrita panameña, las leyendas de todo el país constituyen un tesoro inmaterial por el léxico que les podemos extraer. Por su implicación cultural, en el Diccionario de la lengua española ya forma parte un repertorio como el siguiente:
aparición: visión de un ser sobrenatural o fantástico.
bruja: en los cuentos infantiles o relatos folclóricos, mujer fea y malvada, que tiene poderes mágicos y que, generalmente, puede volar montada en una escoba.
cadejo: en la mitología popular, animal fantástico al que se le atribuye aparecerse a algunas personas para asustarlas o llevárselas.
chivato: en la tradición popular, fantasma que representa al demonio, y se manifiesta bajo la forma de un chivo que despide llamas por los ojos.
chupacabras: en la tradición popular americana, criatura que mata a sus víctimas para chuparles la sangre.
duende: espíritu fantástico, con figura de viejo o de niño en las narraciones tradicionales, que habita en algunas casas y causa en ellas trastorno y estruendo.
entidad: ente o ser.
entierro: tesoro enterrado.
espanto: entre curanderos, enfermedad supuestamente causada por un susto.
fantasma: imagen de una persona muerta que, según algunos, se aparece a los vivos.
huaca: en las sepulturas indígenas, vasija, generalmente de barro cocido, donde aparecen depositados joyas y objetos artísticos.
De este singular lemario, se entrevé lo interesante que resultaría contrastar el léxico manejado dentro de las fronteras de Panamá versus el que, quizá nombrando lo mismo, evidenciaría las variaciones que se dan entre los hablantes de región a región, en cuanto al uso de un mismo término o a las significaciones dadas.
A la fecha, se desdibuja en la memoria del tiempo quien acuñase por vez primera los nombres que identifican estos seres o situaciones que pululan en las actuales leyendas; sin embargo, aquella creatividad lingüística perdura y los lexicógrafos la recogen y salvaguardan en diccionarios como testimonio de una realidad que diferencia y representa la idiosincrasia de cada pueblo.
La autora es becaria de Lexicografía Hispánica y Corrección Lingüística de la RAE, la ASALE y la Academia Panameña de la Lengua.