Cuando defendemos la democracia, convencidos que es la mejor forma de gobierno que existe, aunque Platón, que las estudió todas, ya la había descartado mientras discurría en la bella Atenas, aquella ciudad Estado perfecta, con su vigorosa Ágora, teatros al aire libre con capacidad para todos y las espectaculares Olimpiadas que nos legaron, donde, en fin, según Nabokov, inició nuestra esperanzadora historia. Platón descartó gobiernos democráticos por la misma razón que me lleva a escribir estas líneas.
La democracia lo es porque no hay gestión presidencial sin fecha de vencimiento, ni permite que al frente esté un individuo que Platón llamó tirano y nosotros dictador.
La bendición de la democracia también es la desgracia de los pueblos.
Libres para elegir al líder con determinada frecuencia, disfrutan las carnavalescas temporadas políticas, escape lícito para pasiones, rencores y adulación, que culmina con la elección por mayoría de votos del nuevo gobernante, una nueva visión, una oportunidad prometedora.
En Panamá es un chiste, cruel por cierto, referirse al proyecto y a las promesas que quedaron sin terminar o cumplir por cambio de gobierno.
Pero el panorama mundial me ha servido de lupa para ver lo peligrosa que puede ser la brevedad democrática.
El Tratado de Norteamérica con Irán sobre su desarrollo de armas nucleares, de insuperable seriedad, fue antojadizamente descontinuado por el siguiente presidente americano. ¿Cómo podrá formalizarse un nuevo acuerdo, con un Irán escarmentado por la discontinuidad política de la democracia norteamericana?
Si encontráramos ciudadanos tan probados, capaces y honrados como el primer ministro Lee Hsien Loong, de Singapur, autócrata de segunda generación, que ha convertido a su isla país en un ejemplo mundial de éxitos sociales y económicos, esa estabilidad remplazaría a la voluble e ineficaz democracia que detiene el progreso de tantos países.
Es el reto fundamental que enfrenta la democracia: cómo sustituir el cambio frecuente de líder que defenestra las grandes visiones, sin perder derechos y libertades. Y estoy segura que es tema estudiado al revés y al derecho en los grupos de pensadores, consultores y futurólogos del mundo.

