Locución que expresa que algo resulta indiferente, que no despierta interés ni aprecio.
Los medios de comunicación, ya sean escritos, digitales o por internet, como es su labor, nos informan sobre las noticias y hechos que ocurren en el país y en el mundo. Muchas veces, estas noticias han sido tan bien investigadas y respaldadas con pruebas, que solo falta que se presenten las denuncias correspondientes y se actúe. Sin embargo, la mayoría de las veces... ¡quedan en un limbo absoluto! ¡Ni fu ni fa!
Tales son los casos de corrupción, como los auxilios económicos otorgados por el Instituto para la Formación y Aprovechamiento de Recursos Humanos a personas cercanas a altos funcionarios y políticos del gobierno pasado, o a familias con solvencia económica que bien podían costearse sus estudios en prestigiosas universidades extranjeras.
Recordemos también el dinero distribuido a “diestra y siniestra” de los fondos de descentralización, destinados a proyectos que nunca se ejecutaron.
Otro caso que nos viene a la memoria son las cirugías bariátricas por estética, realizadas a docenas de funcionarios de alto nivel o por amiguismo, que nos costaron a todos casi un millón de dólares en fondos públicos (partida discrecional del presidente). ¡Dios, qué injusticia! ¡Tantas personas esperando una cirugía urgente sin recursos económicos! ¡Abuso absoluto, imperdonable!
Está también el caso de los materiales comprados o licitados para la reparación de infraestructuras públicas que nunca se usaron, y luego desaparecieron. Cuando se busca a los responsables, nadie responde, o culpan al más débil.
Otro ejemplo son esos funcionarios que, en un pestañeo, o por arte de magia, se convierten en millonarios con el aval de sus jefes.
Mencionemos también los “procedimientos excepcionales”, que no son más que contrataciones directas, y que ocurren con demasiada frecuencia.
Podríamos seguir enumerando muchos más actos indebidos, pero sería un cuento de nunca acabar. Además, la ciudadanía ya los conoce. De lo que estamos cansados es de que todos terminan en... ¡ni fu ni fa!
Los autores de estos actos nos pasan por delante, se ríen, nos sacan la lengua y se burlan de nosotros. Esto se llama impunidad. Viven lujosamente, sin ningún tipo de estrés.
El 5 de mayo de 2024, la ciudadanía intentó dar un giro de timón y acabar con parte de esta situación. ¡No fue suficiente!
La Asamblea Nacional sigue gobernada por los miembros de los distintos partidos políticos, quienes a través de acuerdos tras bambalinas deciden, según sus conveniencias, qué leyes aprueban, qué partidas transfieren y para qué, y qué funcionarios ratifican en cargos importantes. ¡Mandan y gobiernan!
El presidente actual, al menos, sale a la palestra. ¡Tenemos presidente! ¡No estamos en acefalía! Presidente, por favor, no sea parte del ni fu ni fa. No permita que los funcionarios actuales compartan en actos públicos con aquellos que están señalados y que deberían estar bajo investigación.
Se necesita limpiar la imagen del país para el bien de quienes vivimos aquí. Los culpables de actos de corrupción deben pagar sus castigos, y los actos indebidos no deben quedar olvidados en alguna gaveta.
Necesitamos vivir en paz, tranquilos, seguros, con confianza, una buena educación, atención médica, medicinas y buenos trabajos. No queremos ser más el país del ¡ni fu ni fa!
La autora es arquitecta.