El paradigma de ser joven: entre nuevos comienzos y desafíos en la esfera nacional y regional



Del 26 al 28 de junio tendrá lugar la 54ª Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), bajo el lema “Integración y seguridad para el desarrollo sostenible de la región”. Este año, en la reunión del órgano supremo de la OEA, se remarcan dos pilares relacionados con la agenda de paz y seguridad.

El año 2024 representa nuevos comienzos en términos electorales, debido a que, tras la pandemia, los países de la región sufrieron profundos retrocesos en materia de desarrollo y seguridad, lo que ha requerido concentrar los esfuerzos en resolver problemas nacionales con la finalidad de asegurar la estabilidad interna. No obstante, las preocupaciones que resuenan en la juventud de Panamá y de la región parecen distar de las agendas de los gobiernos, cuestión que nos orienta a repensar la integración regional que, tras la pandemia, es menester reconfigurar. En este sentido, la rigidez conceptual de los procesos de integración debe sufrir transformaciones que solo serán posibles en la medida en que las agendas permitan el diseño de políticas basadas en la innovación para el desarrollo.

En este marco, la 54ª Asamblea de la OEA invita a la “reflexión profunda y el intercambio respetuoso e inclusivo sobre los complejos desafíos que se enfrentan en la región para hacer realidad el desarrollo sostenible”.

La juventud panameña contempla, entre sus preocupaciones, las amenazas emergentes relacionadas con el desarrollo, por ejemplo, las amenazas a la democracia, los conflictos, la migración forzada, el cambio climático y la inteligencia artificial. Estas amenazas requieren una actualización constante de las estrategias de seguridad y de una cooperación internacional efectiva. La resiliencia de las comunidades debe ser fortalecida a través de la educación, de las decisiones basadas en datos, del empleo y de la inclusión social.

Para abordar efectivamente estos desafíos, es esencial adoptar un enfoque integral que considere las dimensiones sociales, económicas, políticas y ambientales de la seguridad. Por ende, las políticas públicas deben ser holísticas y coordinadas, involucrando a todos los sectores de la sociedad. La participación juvenil es crucial, no solo en calidad de beneficiarios, sino como actores clave en la construcción de paz y seguridad.

Bajo el objetivo de repensar las interacciones entre las cuestiones externas y las necesidades de la juventud a nivel nacional, es importante reconocer que la juventud panameña, a pesar de haber demostrado su capacidad y su determinación, sigue tocando puertas para tener voz en los temas que también le atañen.

En el marco internacional, la juventud panameña requiere sumarse a espacios que le permitan acceder al conocimiento y al intercambio de buenas prácticas.

Panamá se caracteriza como un líder regional; sin embargo, nuestra sociedad enfrenta desafíos que alcanzan niveles multidimensionales. Ante ello, los espacios internacionales son fundamentales para abordar los problemas comunes desde la solidaridad. Para este fin, podemos fortalecer el portafolio de cooperación regional, el diálogo y apostar por visiones que alimenten ecosistemas fértiles para el desarrollo. Esto será posible en la medida en que las cuestiones ideológicas y políticas sean paralelas a las necesidades comunes.

La apuesta por la integración regional no solo fortalecería la seguridad, sino que también nutriría el desarrollo económico y social y, por ende, la paz. Esto sin olvidar que las políticas de seguridad deben ser diseñadas e implementadas en consonancia con los derechos humanos y las libertades fundamentales, asegurando que las medidas adoptadas no comprometan la dignidad y los derechos de las personas.

El diseño de soluciones multidimensionales desde la integración es un proceso constructivo. Puede ser un ejercicio de gobernanza efectiva que permita avanzar hacia soluciones atemporales, en el que Panamá puede tomar el liderazgo. No obstante, se requiere la apertura a nuevas ideas, la adopción efectiva de las agendas de paz y seguridad, y el respeto a los compromisos internacionales adquiridos. Es allí cuando la juventud puede tomar un papel protagónico real, desde el entendimiento y el compromiso, para encaminar las diferencias hacia soluciones que honren la paz y los valores fundamentales en aras de construir un futuro más seguro y próspero para Panamá y para la región.

La autora es miembro de Jóvenes Unidos por la Educación.


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