Es fascinante cómo los sucesos pasados marcan nuestro presente. Hechos que no vivimos nos impactan con certeza: la caída de un imperio trae como consecuencia que escriba este artículo en español. Un viaje para encontrar las Indias termina influyendo en el destino de la mayoría de los países de este bello continente.
Hace una semana caminaba cerca del antiguo Balboa High School. Deambulé por sus jardines. Logré entrar al edificio principal. Ingresé a su biblioteca. De camino a casa, reflexionaba que, si hubiese sido hace 70 años, seguramente un policía que no hablaba mi idioma nativo me hubiera detenido por estar justo allí.
La historia de Panamá está repleta de personajes intrépidos, valientes o silenciosos; personas que lucharon con sus manos y, otras, con sus voces, con diplomacia y, otras que, hasta recurrieron a la violencia ante lo que consideraron una injusticia. De todas las historias de Panamá, me referiré a uno de los movimientos diplomáticos más fascinantes.
Corría 1977 cuando se avanzaba con las negociaciones para ver el sueño cumplido de una nación y de una saga de lucha, que dejaría un legado valioso para las presentes y futuras generaciones. Como joven panameño interesado en la rica historia de nuestro istmo, me sorprende que pequeños eventos, iniciativas o ideas cambien nuestro camino y dejen sus huellas. Cómo la gravedad, es invisible pero su poderosa naturaleza impacta siempre y para siempre. Uno de esos días que marcan un antes y un después fue el 7 de septiembre de 1977. Los Tratados Torrijos-Carter, un conjunto de acuerdos suscritos entre los gobiernos de los Estados Unidos y Panamá, marcan el inicio del proceso de una transferencia gradual del control del Canal de Panamá a manos panameñas.
Los tratados Torrijos-Carter son considerados un hito histórico en la lucha por la eliminación de la presencia militar de los Estados Unidos en el territorio nacional y, por ende, en la lucha por la soberanía panameña en todo el territorio nacional. Marcan el inicio de un nuevo capítulo en las relaciones entre ambos países.
Antes de los Tratados Torrijos-Carter, la historia de Panamá estuvo marcada por una larga lucha por alcanzar una real independencia y una efectiva soberanía en todo el territorio nacional. La construcción del Canal de Panamá por parte de Estados Unidos, completada en 1914, fue un logro técnico impresionante. También planteó desafíos políticos y económicos para el país anfitrión. Durante décadas, el control estadounidense del canal y de la Zona del Canal de Panamá fue una fuente de constantes tensiones y evidentes desigualdades.
Los Tratados Torrijos-Carter constituyen el marco jurídico que inicia el proceso de dejar en manos panameñas la administración del Canal de Panamá y de sus áreas adyacentes, garantizando su operación y mantenimiento eficiente y seguro. Ello ha permitido que el Canal siga siendo una de las principales vías de transporte marítimo del mundo, dando importantes beneficios económicos para Panamá y para el comercio mundial.
Otro aspecto importante de los Tratados fue el establecimiento de un marco jurídico que establece el parámetro de colaboración entre Panamá y Estados Unidos. El acuerdo marcó el inicio de una nueva relación basada en la premisa que Panamá estaba en la capacidad de administrar de manera exitosa la vía interoceánica. Ambos países se comprometieron a trabajar juntos para garantizar la operación segura y eficiente del Canal, así como para promover el desarrollo sostenible en la región.
Hoy, los Tratados Torrijos-Carter siguen siendo una prueba de que la negociación y la diplomacia pueden resolver conflictos históricos y sentar las bases para un futuro próspero. Panamá ha demostrado su capacidad para administrar y operar el Canal de manera exitosa, lo que ha consolidado su papel como actor relevante en la economía global y estableció el valioso precedente que sí es posible lograr a través de la negociación un resultado de gran envergadura aunque seas una pequeña nación en el istmo centroamericano y tu interlocutor sea la nación más poderosa del mundo.
El autor es egresado del Laboratorio Latinoamericano de Acción Ciudadana