Los purgantes son medicamentos diseñados para depurar el organismo y, por lo tanto, cumplen con la función de acabar con los parásitos. Desde hace mucho tiempo, todos los panameños debimos tomarnos un purgante. No es tarde, esa sigue siendo la solución.
Si la solución a la crisis económica es que el gobierno de José Raúl Mulino se tome un purgante para expulsar a los parásitos (las “botellas”) y para limpiarse íntegramente, expulsando adherencias (barro inglés, decía mi profesor, ya en la gloria, Isidoro Vega y Castillero, tío de mi amigo Venturita) que le provocan malestares gastrointestinales y dolores de cabeza, creería que puede ser la solución para iniciar el trabajo y cumplir las promesas electorales. Pero no basta con que solo Mulino y su gobierno se tomen el purgante.
Es obligatorio que la contraparte también lo haga. La sociedad en su totalidad tiene la obligación de purgarse y liberarse, en sus entrañas, de esas adherencias dañinas que tampoco les permiten vivir ni dormir con tranquilidad.
El purgante no solo debe ser para el gobierno, sino también para los “empresarios”, banqueros, agiotistas, comerciantes y especuladores que se hacen llamar “sociedad civil”. Deberían tomarlo para que dejen trabajar a los “purgados” sin hacerles propuestas corruptas para mantener sus canonjías.
Sé que muchos miembros de la sociedad civil dirán: “Solo déjennos trabajar honestamente. Nosotros sabemos hacer nuestro trabajo y, por nuestra cuenta, haremos crecer la economía y, por consiguiente, el país. Que el gobierno haga su parte, incentivando y cobrando los impuestos, que es el recurso estatal para modernizar el estado. Déjennos trabajar, que nosotros le pondremos el ‘chen chen’ en los bolsillos a nuestros miles de empleados”.
A tomarse el purgante, gobierno y empresa privada. Así creo que limpiaremos nuestra sociedad de corruptos.
El autor es cientista político.

