Lo que diferencia a los seres humanos de los demás animales es su capacidad de imaginación y de actuar en función de ideas. Esa diferencia, sin embargo, no viene acompañada de un sistema para discernir las ideas malas de las buenas. Para eso Aristóteles inventó el método científico: una metodología para llegar a conclusiones que, en base a lo que se conoce en ese momento, resulten ser una verdad comprobable.
Claro, esta metodología muchas veces va en contra de ideas preconcebidas o que algunos piensan superiores o que benefician a un grupo. Eso sucedió con las religiones y sigue sucediendo. Si el dato científico o empírico no se compagina con el relato que se defiende, se omite el dato. Esta actitud la conocemos mucho en Latinoamérica en donde solemos vivir del relato sin sustento alguno en la realidad empírica o científica.
Estados Unidos, por otro lado, en las cosas de mayor importancia, solía estar gobernada por una élite que valoraba el conocimiento y la razón a la hora de tomar decisiones. Pero, eso ha llegado a su fin. Llegaron los que se burlan del conocimiento, los que ajustan la verdad al relato y no el relato a la verdad.
Esto es un grave problema porque va a descalabrar al mundo y todos vamos a pagar la ignorancia o el fanatismo de personas dominadas por sentimientos bajos y repugnantes. Y es que Estados Unidos ha sido la piedra angular del sistema económico que nos rige y es Estados Unidos quien se ha impuesto destruirlo y acabar con lo construido para evitar las conflagraciones mundiales y hacer del mundo uno más próspero.
Y lo está haciendo, implementando una idea superada por la humanidad hace casi dos siglos: el mercantilismo. Primero por Adam Smith y luego por David Ricardo fue destruida intelectualmente (sobrevivió en el mundo real en algunos lugares hasta llevarnos a las guerras mundiales). Primero con la teoría de las ventajas competitivas y luego, poniendo el clavo en el ataúd, con la teoría de las ventajas comparativas. Esto último logra la especialización del trabajo y el uso óptimo de los recursos del mundo, siempre escasos.
Repito aquí el ejemplo que siempre uso para explicarlo. Imagina que eres el mejor abogado del mundo y, a la vez, el mejor secretario del mundo. En ninguna de las dos actividades hay quien te gane. Eso no implica que vas a hacer ambas actividades, porque produces más siendo abogado. Produces tanto más que te es rentable contratar un secretario. La persona que contratas tiene una ventaja comparativa contigo, porque para esa persona ser secretario es más rentable que para ti. Tú te especializas en una y ella en otra. El resultado: crece el pastel y se generan dos empleos porque ingresas más.
Lo que Estados Unidos está haciendo es (siendo ese país el abogado), entrarle a golpes al secretario acusándole de robar, porque él quiere ser ambas cosas. Es decir, quiere quitarle esos ingresos, pero eso lo obliga a tener menos ingresos en total al perder parte de los ingresos de ser abogado. Todo esto es un absurdo, pero la élite que gobierna ese país es mercantilista.
Panamá va a sufrir un impacto en su actividad económica, porque somos unos de los grandes beneficiarios de la globalización. Si vemos el crecimiento de nuestra economía, cambió de velocidad con la creación del sistema comercial mundial a raíz de la creación de la Organización Mundial del Comercio. Igual, en el pasado, el propio canal se construye con ese objetivo. Lo mismo con el ferrocarril o con las mulas que atravesaban el canal.
Para nuestra economía, muy ligada a brindarle servicios al comercio internacional, una caída de este nos golpea (siempre). Pero una caída del comercio entre China y los Estados Unidos, golpea el corazón de nuestra economía.
El autor es director de la Fundación Libertad.