Lucas, un bebé de 8 meses, comenzó con fiebre alta y malestar general. Luego, se sumaron mocos, tos y conjuntivitis. Sus padres pensaron que se trataba de un simple resfriado, pero al tercer día aparecieron manchas rojas en su piel, que comenzaron en el rostro y se extendieron por todo el cuerpo. Su tos seca se intensificó, su respiración se volvió rápida y presentó dificultad para alimentarse. Preocupados, lo llevaron al hospital, donde le diagnosticaron sarampión. Pronto desarrolló neumonía, una de las complicaciones más graves de esta enfermedad, lo que requirió su ingreso a la unidad de cuidados intensivos.
Aunque la historia de Lucas es ficticia, refleja situaciones reales que pueden ocurrir cuando la cobertura de vacunación es insuficiente. Actualmente, en el estado de Texas, Estados Unidos, se está experimentando un brote alarmante de sarampión. Hasta el 4 de marzo de 2025, se han confirmado 159 casos en nueve condados. Este brote ha resultado en la primera muerte infantil por sarampión en Estados Unidos en más de una década, afectando a un niño en edad escolar no vacunado en el condado de Lubbock.
El sarampión es una infección viral que se propaga por el aire y puede causar complicaciones graves como neumonía, encefalitis e incluso la muerte. La única protección efectiva es la vacunación. En Panamá, la vacuna SRP (sarampión, rubéola y paperas) está incluida en el esquema nacional de vacunación: la primera dosis se aplica a los 12 meses y la segunda a los 18 meses de edad. Esta estrategia garantiza una protección adecuada y duradera.
La situación en Texas no es un caso aislado. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) emitió una alerta epidemiológica el 1 de marzo de 2025 debido al aumento de casos de sarampión en varios países de las Américas. Hasta la semana epidemiológica 8 de 2025 (21 de febrero), se confirmaron 268 casos de sarampión, incluyendo una defunción, en Argentina, Canadá, Estados Unidos y México. Este incremento representa un aumento significativo en comparación con el mismo período de 2024, cuando se registraron 60 casos durante las primeras ocho semanas del año.
La historia de Lucas podría haberse evitado si todos a su alrededor hubieran estado vacunados. La inmunidad colectiva protege a los más vulnerables: bebés menores de un año, personas inmunosuprimidas y aquellos que, por razones médicas, no pueden recibir la vacuna. Como sociedad, tenemos la responsabilidad de garantizar que nuestros hijos y seres queridos estén protegidos.
Revisemos las tarjetas de vacunación de nuestros hijos. Si les falta alguna dosis, acudamos a la instalación de salud más cercana o consultemos con nuestro pediatra de confianza. No esperemos a que el sarampión regrese a nuestro país. Vacunemos a nuestros niños y protejamos su futuro.
La autora es médico pediatra, mamá y promotora del bienestar infantil.