Las declaraciones recientes del presidente electo de Estados Unidos reflejan su estilo confrontativo y su historial como figura controvertida. Durante su primer mandato, se caracterizó por discursos cargados de retórica, abordando temas como el pago de México por el muro fronterizo y la imposición de aranceles del 25% para detener el flujo migratorio. Aunque finalmente retiró estas propuestas tras la colaboración del gobierno mexicano para contener la migración, la mayor parte de las obras del muro se financió con fondos federales estadounidenses. También amenazó con retirar a Estados Unidos de la OTAN, aunque mantuvo relaciones con aliados clave, y prometió encarcelar a Hillary Clinton, su contendora en las elecciones, sin que este proceso se materializara.
El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca genera tensiones y expectativas políticas. En el ámbito internacional, sus declaraciones sobre una supuesta intervención de Estados Unidos en la administración del Canal de Panamá no son más que otra de sus provocaciones habituales. Sin embargo, estas afirmaciones han generado preocupación legítima debido a su impacto potencial en la percepción de estabilidad en la región.
El Canal de Panamá es un motor clave para la economía nacional y el comercio global, administrado eficientemente aunque con ciertos desafíos. Cualquier intento de intervención sería perjudicial para la cadena global de suministro, afectando tanto a Estados Unidos, su mayor usuario, como a los países receptores de las mercancías que transitan por él. China, el segundo mayor usuario, podría amortiguar mejor cualquier impacto debido a la diversificación de sus rutas comerciales.
Más allá de los comentarios sobre el canal, es posible que Trump esté buscando crear un “riesgo geopolítico” que afecte la estabilidad de activos clave como el Centro Bancario Internacional (CBI) de Panamá, cuyos activos alcanzaron en 2023 los 142,500 millones de dólares. Estas acciones parecen orientadas a sembrar pánico entre los inversionistas nacionales e internacionales que confían en Panamá como un destino seguro para sus fortunas.
El canal de Panamá, aunque vital, representa un impacto económico limitado en comparación con el peso del sector financiero. Mientras que el valor estimado del canal asciende a unos 15 mil millones de dólares, principalmente en ingresos futuros y bienes raíces, el sector bancario de Panamá constituye un activo mucho más móvil y vulnerable ante mensajes disruptivos, como los emitidos por Trump en redes sociales.
Ante este panorama, Panamá debe responder con un enfoque más amplio y proactivo. Es crucial reforzar la confianza en el CBI, demostrar que el país no cederá ante provocaciones y seguir promoviendo su imagen como un destino seguro, confiable y abierto al mundo. Mostrar fortaleza frente a los riesgos geopolíticos no solo protege nuestra economía, sino que envía un mensaje claro de estabilidad y resiliencia a la comunidad internacional.
Panamá, con su privilegiada posición geográfica, la experiencia de sus profesionales financieros y su carácter multicultural, sigue siendo un país pacífico y abierto a todas las naciones, empresas e inversiones. El mensaje es claro: el dinero y la confianza en nuestra jurisdicción están y estarán siempre protegidos.
El autor es ecologista