La llamada de atención del presidente Trump al gobierno de Panamá ha provocado un verdadero terremoto en la opinión pública panameña. Hemos visto opiniones de todo tipo, muchas de ellas bien pensadas, reflexionadas y expresadas con serenidad, sentido común y mucho tino. Otras, las más espontáneas y patrioteras, movidas por sentimientos puramente emocionales, viscerales, poco racionales, y que parecen expresadas directamente con el hígado y no dictadas por la cabeza.
Por cierto, con esto de Trump, de repente se acabó el debate sobre la CSS. Ese problema parece haber desaparecido por arte de magia.
Los patrioteros, que no patriotas, recurren a lo fácil: espolear las emociones de la masa ignorante con descalificaciones hacia Trump. Otros, los más bocazas, enarbolan la bandera de la soberanía. Pero, ¿qué es la verdadera soberanía y cómo se defiende o se pisotea? Pongamos un ejemplo: El presidente Mulino viajó recientemente a Nueva York con motivo de la asamblea anual de Naciones Unidas, y aprovechó su viaje para expresar el apoyo incondicional de Panamá a la Agenda 2045, que no es otra cosa que una prórroga de la siniestra Agenda 2030. No lo dudó ni por un momento. No lo dudó porque iba con esa intención, era uno de los objetivos de su viaje. Bueno señores, eso es precisamente lo que se llama pisotear la soberanía de Panamá. La Agenda, o más bien la Afrenta 2030, 2045 o como la quieran disfrazar ahora, no es otra cosa que la sumisión de la soberanía nacional de los Estados a los dictados de un organismo supranacional, como instrumento para someter a los pueblos y las naciones soberanas a las órdenes y mandatos de un supuesto gobierno único global que quiere imponer el Nuevo Orden Mundial (NOM).
Una agenda siniestra por la que nadie en Panamá ni en el resto de países ha votado. Sería bueno preguntar al presidente Mulino y a los anteriores presidentes dónde dejaron la soberanía de Panamá y en representación de qué panameños decidieron arrogarse la potestad de apoyar, suscribir y comprometerse con una Agenda supranacional que el 99% de los panameños no conoce y por la que nadie ha votado jamás en este país.
La llamada de atención del presidente Trump no debe caer en oídos sordos. Más allá de que nos duela, porque toca la fibra más sensible del pueblo panameño, lo cierto es que la mejor manera de entender la situación es poniéndose en los zapatos del otro. Las cosas no suceden por generación espontánea. Trump no ha mandado esa advertencia por capricho o sin fundamento. No voy a elaborar aquí sobre los acuerdos Panamá-China a espaldas y sin el conocimiento de EU; los dos puertos que han pasado a manos chinas, uno en cada extremo del canal; las altas tarifas que cobran a todos, incluyendo a la nación que entregó/regaló el Canal a Panamá con la condición de operarlo correctamente, de manera neutral, y con el compromiso de facilitar y abaratar el comercio internacional (por cierto, las altas tarifas no contribuyen en nada al comercio internacional), y en fin, todo lo que ha dicho Trump que ya todo el mundo ha escuchado. Pero permítanme que les cuente los pecados que Trump NO ha querido mencionar para no abochornar a nuestros gobernantes:
Falta de medicamentos: ¿Cómo es posible que el Canal entregue al gobierno de Panamá más de 2 mil millones de dólares al año y la CSS no tenga medicamentos?
Precio de los medicamentos: ¿Cómo es posible que un gobierno que recibe del Canal más de 2 mil millones de dólares al año tenga al pueblo panameño pagando los medicamentos a los precios más caros del mundo?
Basura: ¿Cómo es posible que el Canal entregue al gobierno más de 2 mil millones de dólares al año y Panamá esté inundado, desbordado de basura? ¿Ustedes saben la imagen que eso da al mundo? ¿O es que están orgullosos de vivir rodeados de inmundicia?
Estado de la red vial: ¿Cómo es posible que el Canal entregue al gobierno más de 2 mil millones de dólares al año y las calles de las ciudades y las carreteras del país estén en un estado deplorable? ¿No es vergonzoso?
Falta de agua potable: ¿Cómo es posible que el Canal entregue al gobierno más de 2 mil millones de dólares al año y haya miles de familias panameñas a las que no les llega el agua potable? Señores gobernantes, pareciera que no le temen a Dios, porque eso no tiene perdón de Dios.
Buses (diablos rojos): ¿Cómo es posible que el Canal entregue al gobierno más de 2 mil millones de dólares al año y todavía tengamos que soportar ver cómo circulan buses asquerosos, repugnantes? ¡Auténticos cacharros cochambrosos que deberían haber sido sacados de circulación y desguazados para siempre hace más de 20 años! Estoy hablando de buses sin aire acondicionado, haciendo un ruido ensordecedor, vomitando nubarrones de humo negro insufrible, haciendo regatas, parando donde les sale del hu..., circulando por donde les da la gana y transportando a humildes ciudadanos panameños. ¿Cómo es posible que a estas alturas, después de tantos años y de miles y miles de millones de dólares recibidos del Canal, los panameños tengan que montarse en unos buses que en otras partes del mundo no pasarían la inspección ni para transportar ganado?
Gestión del corredor: ¿Cómo es posible que se permita a los vehículos entrar al corredor sin tener saldo? ¿Con saldos negativos? ¿Algunos por montos escandalosos? Por lo que veo a diario en el corredor, he llegado a pensar que soy el único idiota que se preocupa y se asegura de tener saldo antes de ingresar a la vía. Cada día son más y más vehículos que utilizan el corredor con saldos negativos. ¿Cuándo va a poner alguien orden en este país?
Bendición no aprovechada: ¿Cómo es posible que un país de apenas 4 millones de habitantes que tiene la suerte de haberse ganado la lotería recibiendo un Canal ya construido, operando y generando esa barbaridad de ingresos para beneficio de todo el pueblo panameño, un país donde el nivel de vida de todos sus habitantes debería asemejarse más al de países del primer mundo, y resulta que se parece más al tercero? ¿Saben ustedes lo que darían otros países de 4 millones de habitantes por tener la suerte de tener un canal que ingresa más de 2 mil millones de dólares cada año, libres de polvo y paja?
Corrupción: ¿Cómo se hace para dilapidar tantísimo dinero y encima dejar al país endeudado hasta las cejas, sin medicinas asequibles para los más necesitados, enterrado en basura, en muchas comunidades sin agua, con cientos de buses asquerosos circulando a sus anchas por Saecula Saeculorum y carreteras plagadas de cráteres y en estado deplorable? Por favor, díganme. Porque ese nivel de ineptitud, dejadez, latrocinio y corrupción no es de cualquiera. Esos niveles de incompetencia son propios de verdaderos profesionales.
A los panameños de a pie se les hace muy difícil entender dónde han ido a parar todos esos miles y miles de millones de dólares que el Canal ha entregado al gobierno para mejorar sus vidas. Y la realidad es que los panameños no somos duros de entendederas, lo que pasa es que nuestros gobernantes son unos sinvergüenzas.
Pero volvamos a la administración y operación del canal. Resulta que, con la sequía del año pasado, bajó el nivel del lago Gatún y el Canal se vio obligado a reducir el número de tránsitos para conservar el agua que se necesita para operar, pero no redujo su nivel de ingresos. El Canal, ese canal que está obligado a ser neutral y posibilitar el tránsito de buques para facilitar y abaratar el comercio internacional, implementó un régimen de subastas para establecer la tarifa que debían pagar los buques si querían atravesar la vía interoceánica. El que más pujaba pasaba, y el que no podía pujar, no pasaba y tenía que ver cómo se le pudría y perdía la carga. Eso no se corresponde con un tratamiento neutral. Eso no se corresponde con la facilitación y abaratamiento del comercio internacional. Eso es extorsión. Y en el colmo de la desfachatez, recuerdo escuchar unas declaraciones de la Subadministradora del Canal sacando pecho y orgullosa, diciendo que a pesar de la reducción en el número de tránsitos, el Canal había tenido un “récord histórico” de recaudación gracias a la implementación de estas subastas. Gracias a esta extorsión.
Entonces, resulta que, debido a la sequía, todo el mundo tuvo que apretarse el cinturón, todo el mundo tenía que esperar más tiempo, pagar tarifas más altas, las navieras tuvieron que absorber el golpe.
El autor es abogado