En el marco de la reciente publicación de mi último libro “Semiotik: empresas y marcas en busca de sentido para afrontar los desafíos de una nueva era”, comparto algunas reflexiones planteadas en el mismo.
“El futuro no es lo que solía ser.” La frase, atribuida a Yogi Berra, resume con claridad la sensación que domina al mundo empresarial. Los modelos tradicionales se han quedado cortos ante un entorno que cambia a velocidad exponencial. La Cuarta Revolución Industrial no es una continuación de la anterior; es un salto. Lo digital, lo social y lo ambiental se han entrelazado para cambiar las reglas del juego.
Hoy, las empresas ya no pueden conformarse con adaptarse. Necesitan adelantarse. Las compañías que lideran el cambio no son las más grandes ni las más antiguas, sino las que tienen la capacidad de anticipar, reorganizarse y actuar desde una visión sistémica.
Amazon, por ejemplo, nació como una librería online. Hoy es un ecosistema que abarca desde servicios web hasta producción de contenido. No fue suerte. Fue propósito, visión y estrategia.
Lo mismo ocurrió con Corning, el fabricante de vidrio que supo abandonar sus líneas de consumo –como el famoso Pyrex– para concentrarse en fibra óptica, anticipando que el futuro estaría en la conectividad global. Su audacia la convirtió en líder de un sector que transformó nuestras vidas.
Estos ejemplos demuestran que las organizaciones que piensan en sistemas –como organismos vivos conectados con su entorno– son las que logran reinventarse.
Desde la teoría de sistemas, sabemos que lo que ocurre fuera afecta lo que pasa dentro. Así, un pequeño aleteo, como una mala decisión en una tienda de Starbucks, puede detonar una crisis reputacional global. Las empresas ya no operan en una burbuja.
Frente a un entorno volátil, incierto, complejo y ambiguo —VUCA, por sus siglas en inglés—, la estrategia tradicional se queda corta.
El liderazgo del presente necesita visión, propósito y agilidad para navegar lo inesperado. Debe entender que el valor ya no se genera solo en los balances financieros, sino en la capacidad de responder con sentido a los desafíos de la sociedad.
Esta mirada sistémica debe estar anclada a un propósito claro. El propósito se convierte, entonces, en la brújula. Una declaración de intenciones que orienta las decisiones, inspira al talento, conecta con el mercado y da sentido a la estrategia.
Por eso, el liderazgo empresarial requiere algo más que agilidad o inteligencia. Requiere sentido para navegar en entornos turbulentos. Las marcas exitosas del presente y futuro son aquellas que crean valor a partir de un propósito genuino demostrado con acciones.
El autor es fundador de Semiotik Consulting.