El cuento de Margaret Mahy, El secuestro de la bibliotecaria, es una historia que ilustra la importancia de la lectura y la literatura en la vida de la gente y el rol de las bibliotecarias como agentes de cambio. Este divertido cuento narra la historia de Ernestina Laburnum, una hermosa bibliotecaria que es secuestrada por una pandilla de delincuentes que intentan pedir un rescate al concejo municipal. Para la sorpresa de los villanos, la bibliotecaria, que había estado unos días antes con un grupo de niños con sarampión, los contagia de la enfermedad y no tienen otro remedio que permitir que la bibliotecaria busque la información que necesitan para sanarse en los libros de la biblioteca.
El cuento, lleno de acción, intriga y humor, muestra a una bibliotecaria llamada Ernestina, con una humanidad y capacidad de empatía para ayudar a sus secuestradores enfermos; les va a leer cuentos y novelas como Alí Babá y los cuarenta ladrones y Robin Hood, entre otras historias con las que ellos se identifican, y los va sensibilizando hasta cambiar sus vidas. La intensidad y la tensión del relato se intensificará cuando un terremoto va a sepultar a la bibliotecaria que, sumergida entre diccionarios y enciclopedias, ve la forma ideal de su muerte.
Los delincuentes, en solidaridad con la policía que anda tras su pista, van a realizar una increíble operación de rescate. El jefe de la banda de forajidos, llamado Bienvenido Bienhechor, se va a enamorar de la bibliotecaria y el desenlace será sorpresivo.
Quería iniciar este artículo con la cita de este cuento, porque hoy se celebra el Día del Bibliotecario Nacional. Muchos lectores sabrán que hoy también es el día del libro, del idioma, incluso es el día del derecho de autor, pero pocos saben que hoy, en Panamá, es el día de los bibliotecarios. Por eso quisiera dedicar estas líneas para reflexionar sobre el papel de los bibliotecarios en la sociedad y voy a ayudarme del cuento de Margaret Mahy.
Aunque estamos ante una ficción y sabemos que en la vida real nadie secuestraría a una bibliotecaria para negociar con las autoridades, este cuento plantea de forma metafórica la importancia que tienen los libros, las bibliotecas y esos maravillosos funcionarios y funcionarias que cuidan los libros. En la ficción, la bibliotecaria en el pueblo es tan importante, que los delincuentes piensan que sin ella no habrá organización en la sociedad, que todo será un caos; ella es esencial para organizar la información, es vital para la culturización del pueblo.
El bibliotecario es una de las profesiones más antiguas, que puede remontarse a épocas babilónicas. Bastaría con pensar en la biblioteca de Alejandría, que seguramente tuvo custodios que cuidaban la información que allí se guardaba; tal vez son los bibliotecarios los servidores públicos más legendarios y los primeros que sentaron las bases para organizar y preservar el conocimiento y la información.
Si hiciéramos el ejercicio de imaginar un mundo sin bibliotecas y sin bibliotecarios, lo más seguro es que pensemos que la vida sería normal, que no haría falta porque tenemos todo en internet. No estoy seguro de que esto sea así. Creo que lo más probable es que al carecer de información importante y solvente, el mundo entraría en caos, como se alude en el cuento. Basta recordar la escena de los bandidos enfermos cuando descubren que un libro puede tener la respuesta a su enfermedad.
En un mundo como el nuestro, donde abunda la falsa información, las bibliotecas son realmente importantes para encontrar las respuestas verdaderas. Las bibliotecarias, al mismo tiempo, cuidan esta información y la ponen al servicio de la comunidad. Todo lo que necesitan los usuarios de la biblioteca en términos de información para mejorar su calidad de vida, puede ser consultado en la biblioteca.
Los bibliotecarios no dejaron de trabajar ni en tiempos de crisis. Igual que muchos profesionales, se reinventaron para llevar la información a la comunidad. El préstamo de libros digitales, acceso a bases de datos, formación y docencia digital, información on line desde las redes sociales, información vital sobre la Covid-19 y muchas otras herramientas, ayudaron a resistir a miles de personas en plena crisis. El caso de los bibliotecarios en el marco de la pandemia es un estudio pendiente.
Comparo a las bibliotecarias con las enfermeras que libraron y libran una batalla para salvar vidas. Hombres y mujeres valientes. Unos desde los hospitales, donde el amor y la ciencia combatieron sin tregua; otros, desde las esferas de la información y el conocimiento, que ha sido importante para sistematizar los saberes que tenemos sobre nuestros problemas y cómo podemos confrontarlos. Es que los bibliotecarios son una especie de sanadores, porque la lectura repara tejidos y heridas.
La escena del terremoto donde Ernestina Laburnum queda sepultada por los libros que ella misma atesora y que ahora ve como la forma de morir más digna es casi metafórica. Tal vez mi terca imaginación de lector me lleva más allá de lo que realmente narra el cuento; quizá no es más que eso: un cuento. Sin embargo, ver a los bandidos resocializados ayudar a la bibliotecaria a reconstruir la biblioteca es para mí tal vez lo que debemos hacer en la sociedad, en cada esquina del país: reparar con el conocimiento y el amor. Feliz día del bibliotecario(a) nacional.
El autor es escritor


