En tiempos de crisis del IVM



He escuchado objetivos y valiosos debates sobre la grave crisis del IVM de la CSS.

Algunos quieren ignorar que el problema del programa de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM) de la Caja de Seguro Social (CSS) se originó desde su fundación, en la primera mitad del siglo pasado, y desde entonces, y no por la estructura del modelo de pensiones, si no por la mala administración, la politización y la corrupción que se inició cuando se pensionaban personas, por amiguismo y politiquería, que no tenían derecho alguno. Esto fue continuado y agravado por una acentuación de corrupción, la mediocridad de varias generaciones de administradores y la irresponsabilidad de los tres últimos gobiernos.

Hoy, con un gobierno que le ha tocado la inevitable tarea de enfrentar la crisis, seguimos viendo un enfrentamiento ideológico de conceptos, estrategias y objetivos. Dadas la condiciones sociales, económicas y políticas del país, esta situación de enfrentamiento es inoportuna y contraproducente dado el peligroso nivel de inestabilidad social como consecuencia del desempleo, el alto costo de la vida, la insatisfacción por los malos servicios básicos, el narcotráfico, la falta de justicia, la impunidad, etc.

Hoy, entre otros, hay dos grupos poderosos en posiciones equidistantes.

Uno de ellos pretende soluciones desde la perspectiva de la lógica de la empresa privada de inversión y ganancia. Para ellos la solución es de innovación sesgada y para justificarse afirman que los ingresos del Estado no dan para más, y que ya están destinados a otros gastos. Pero obvian reconocer que la economía del país da para “malgastar” 400 millones en Juntas Comunales, 800 millones en subsidio de arroz, 200 millones en una Asamblea Nacional corrupta, y no mencionan los millones de Riego de Tonosí, comida deshidratada, Techos de Esperanza, la descentralización paralela, los auxilios económicos, las cirugías bariátricas, Odebrecht, New Business, Blue Apple, y los más de 1,000 millones en incentivos a constructores de hoteles turísticos, así como la retención ilegal de cuotas obrero patronales destinadas a la CSS y sus oportunas moratorias, como tampoco la evasión de 1500 millones del ITBMS.

Este mismo grupo ubica la solidaridad en el rango de limosna o migaja con un 120 a los 70.

El otro grupo lo resuelve todo con un discurso basado en una solidaridad de espíritu humanista sin tomar en cuenta la característica individualista del ser humano, cuyos valores deben ser moderados por las Biblias, los códigos y las autoridades. Por ello no es ético, prudente ni político, despojar a los cotizantes del subsistema individual de sus cuotas y ahorros y volcarlos en el subsistema de reparto definido que no está funcionando.

La riqueza del país es su geografía, su belleza turística, su ecología, su hoy proscrita riqueza geológica y su gente, que cuando se le prepara bien es eficaz y eficiente. Ahí tenemos el ejemplo de nuestro canal manejado 100% por panameños.

Es cierto que los múltiples ingresos que son parte de un PIB de cerca de $80 billones están destinados a variados propósitos, pero somos testigos que a través de la caja única del gobierno han pasado expeditamente a la increíble corrupción generalizada.

Además de combatir la maldita corrupción, ya es hora de que parte de los réditos que se originen de los múltiples hubs, zonas francas y libres, los puertos, consulados marítimos y otros, empresas privatizadas, y el Canal, se utilicen para responder a las urgentes necesidades sociales que nos agobian, entre otras la crisis del IVM. De igual manera, ya es hora que se ponga orden en el tema de los subsidios e incentivos eternos.

Llegó el momento de que todos comprendamos que los cambios demográficos y las expectativas de vida son cambiantes, pero con buena voluntad y adecuada administración las repercusiones no deben ser dramáticas, tal como lo serían ahora si se aplican medidas paramétricas que afectan a un pueblo asfixiado, y como lo serán en un futuro con las exiguas pensiones que otorgaría un subsistema individualista de ahorro.

Esperamos que las autoridades actuales, que valientemente afrontan el problema, no harán recaer el gran peso de las soluciones sobre los más débiles. Las autoridades deben llevar el país hacia el siguiente nivel de desarrollo donde la mala distribución de una riqueza, que forjamos todos con nuestro esfuerzo, sea historia superada y no presente agobiante.

Escribo todo esto porque observo algunas intenciones de hacer cambios para que todo quede igual, aunque mejor solo para algunos, cuando escucho a grupos que opinan que los recursos del Estado hoy ya están bien empleados, y cuando escucho a economistas de prestigio que, con el afán de aterrorizar a la sociedad, hacen similitud de la deuda externa con la crisis del IVM que, aunque relacionadas, son de diferente origen y manejo.

El autor es médico


LAS MÁS LEÍDAS