Exclusivo Suscriptores

En una competencia por el dolor no hay ganadores

En el primer aniversario de la masacre de Hamás, la atención de los medios está enfocada en otro frente de la misma guerra: el conflicto entre Israel y Hezbollah. El escenario de los hechos se desplaza del sur de Israel y Gaza, al norte de Israel y Líbano, pero el hilo conductor está ubicado a kilómetros de distancia: la República Islámica de Irán.

El 8 de octubre, un día después de la masacre y antes de la ofensiva israelí en Gaza, Hezbollah empezó a lanzar cohetes a poblaciones civiles del norte de Israel para mostrar su “solidaridad” con Hamás. Se unieron los hutíes en Yemen con misiles y drones que han llegado hasta Tel Aviv y que amenazan el comercio marítimo internacional. Milicias chiitas en Siria e Irak se sumaron también a la comparsa bélica. Por primera vez se hace evidente la actuación sincronizada de los “proxies” o grupos armados subsidiarios de Irán.

En 2017 los ayatolas mostraron al mundo un reloj digital ubicado en la plaza Palestina de Teherán que marca los días que faltan hasta la destrucción de Israel en 2040. La medida había sido vista como un despliegue propagandístico de un régimen autoritario que avanza a todo vapor con su programa nuclear, mientras reprime violentamente el disenso interno. Hoy es indudable que los planes de Irán tienen un impacto desestabilizador concreto en la región y el mundo.

De entrada, el 7 de octubre logró descarrilar el proceso de normalización de relaciones entre Israel y Arabia Saudita, principal rival de Irán en el liderazgo del mundo musulmán. Ese acuerdo hubiera forzado al gobierno israelí a dar garantías reales para la creación de un Estado palestino a cambio del anhelado reconocimiento saudí al derecho de existir de Israel.

Un año después, tanto la solución de “dos Estados”, como los sueños de paz y estabilidad en la región, están más lejanos que nunca. Contra todo pronóstico, la guerra en Gaza continúa, en buena medida prolongada por la definición de victoria de los líderes de ambos lados.

Benjamín Netanyahu dice buscar la “victoria total”: una definición que da para todo y que no define nada. Si hacemos a un lado la demagogia y nos atenemos a los hechos, entendemos que la supervivencia de su coalición de gobierno es su verdadero objetivo. A pesar de sus conocidas habilidades en el matraqueo político, el primer ministro le ha fallado consistentemente a su pueblo desde antes del 7 de octubre. Se empeñó en promover un proyecto de reforma judicial que debilitó al país frente a sus enemigos. A diferencia de todos los jefes de estamentos militares y de inteligencia, nunca asumió su responsabilidad por las enormes fallas que permitieron la invasión terrorista, y más recientemente, en las pocas ventanas de oportunidad para un acuerdo que libere a los rehenes, estableció otras prioridades, abandonando -a ojos de miles de ciudadanos- a civiles indefensos a manos de sus verdugos. La peor masacre de la historia de Israel agarró al país con el peor gobierno posible: uno que ha dividido a la sociedad y menoscabado la imagen internacional del Estado.

Para Yahya Sinwar, cabeza de Hamas, sobrevivir es suficiente para declarar victoria. Cuando ideó la masacre, sabía que la misma generaría una masiva respuesta militar de Israel. A pesar de que Hamás gobierna la franja de Gaza desde 2007, Sinwar no asume ninguna responsabilidad por la muerte de palestinos inocentes. Los ve como mártires necesarios para la causa y como herramienta de propaganda. De ahí la macabra lógica tras la red de túneles: sirven de refugio para los terroristas, pero no para los civiles, que han quedado atrapados entre los bombardeos israelíes y la represión del grupo yihadista. En una declaración de marzo, Fatah (la facción política que conforma la Autoridad Palestina y que fue expulsada violentamente de Gaza en 2007), acusó a Hamás de “no haber consultado sobre la masacre, ser culpable de la peor catástrofe de la historia palestina y buscar que Irán gobierne los destinos del pueblo palestino”. Protegido en su guarida, Sinwar ignora tales señalamientos. A pesar de que su capacidad militar ha sido sustancialmente debilitada, nada obliga al “carnicero de Khan Younis” a rendirse o negociar la entrega de los rehenes, vivos o muertos.

Cualquier solución negociada a la guerra en Gaza pasa por la renovación de liderazgos en ambos lados y la definición de lo que ocurrirá “el día después”. Estados Unidos ha propuesto la creación de una Autoridad Palestina renovada, que con el apoyo de países moderados de la región, gobierne los destinos de los palestinos con garantías de seguridad para Israel. Un año después del 7/10 y con la guerra contra Hezbollah subiendo de intensidad, ese camino se ve inalcanzable.

”En una competencia por el dolor, no hay ganadores”. Esta frase de Jon Polín, días antes de que su hijo Hersh fuese ejecutado en un túnel de Gaza, junto a otros 5 rehenes inocentes, resume la tragedia que la masacre ha dejado para dos pueblos. Solo los líderes han ganado tiempo, e Irán la magnífica oportunidad de desplegar, ante la permisividad de la comunidad internacional, su plan para destruir a Israel. Los eventos de los últimos días pueden hacer que la dinámica establecida durante 11 meses cambie. La pregunta es si, tras el debilitamiento del mando de Hezbollah, el tiempo en el reloj digital de Teherán ha pausado.

La autora es periodista y politóloga


LAS MÁS LEÍDAS

  • Los combustibles bajarán de precio a partir de este viernes 12 de diciembre. Leer más
  • Gobierno anuncia acuerdo sobre salario mínimo: así quedarán algunas tasas por regiones. Leer más
  • Naviferias 2025: el IMA anuncia horarios y lugares del 15 al 19 de diciembre. Leer más
  • Jubilados y pensionados: así será el pago del bono navideño y permanente. Leer más
  • Embajador de Estados Unidos toma el desayuno chino con la diputada Patsy Lee. Leer más
  • Contraloría inicia auditoría a fondos que transfirió el MEF a gobiernos locales en el gobierno de Mulino. Leer más
  • Del poder a los tribunales: los casos que cercan a altos funcionarios del gobierno de Cortizo. Leer más