EDUCACIÓN

Un enemigo llamado deserción

Panamá es la segunda economía más competitiva y tiene el segundo mayor ingreso per cápita de Latinoamérica (en 2018 tendrá el primero), pero mantiene la décima peor distribución de la riqueza en el mundo, debido en gran medida al divorcio existente entre su sistema educativo y su sector productivo.

A pesar de las multimillonarias inversiones en educación y formación laboral, el protagonismo juvenil en la expansión del empleo ha caído en forma alarmante. Entre 2004 y 2009, uno de cada tres nuevos empleos generados por la economía benefició a un joven menor de 30 años. En los últimos años esta proporción bajó a 1 de cada 15 (los otros 14 empleos fueron obtenidos por adultos).

La deserción escolar en educación premedia y media entre 2009 y 2015 fue del 56%, dentro del rango identificado en el informe publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en 2016, que ubica el promedio regional en 50% y varía por países, 57% en Argentina, 52% en México, 39% en Brasil, 32% en Costa Rica y 18% en Chile, país con la menor tasa de deserción en educación secundaria en Latinoamérica.

¿Por qué los estudiantes, particularmente humildes, abandonan la escuela? La principal razón es económica, pero un alto porcentaje de los estudiantes entre 13 y 15 años no van a la escuela por falta de interés, al no estar convencidos de que la educación actual les dará un futuro mejor. De hecho, 83% de los jóvenes humildes en Panamá, San Miguelito y Colón siente que sus perspectivas laborales no han mejorado, y Panamá es el país latinoamericano con la mayor proporción de adolescentes que ve la educación como una pérdida de tiempo.

Un informe del Banco Mundial (julio 2012) plantea que el 95% de los alumnos humildes que culmina educación media en Panamá (12 años de escolaridad) no continúa sus estudios, en contraste con el 64% de los graduandos de clase media y alta, quienes ingresan a la universidad antes de cumplir 25 años de edad.

Por cada 100 jóvenes de escasos recursos que comienzan primer ciclo, solo 44 se convertirán en bachilleres, de los cuales 42 (95%) buscarán trabajo. En consecuencia, las perspectivas educativas del 98% de los jóvenes humildes será de 12 años en el mejor de los casos, 56 que no culmina educación media, más 42 que la completa y busca empleo.

Pero en los últimos ocho años, 81% de los nuevos empleos generados en la economía formal ha exigido 12 o más años de escolaridad, 47% de ellos títulos universitarios, y el promedio de instrucción requerido fue 13.5 años. La imposibilidad de cumplir con los perfiles de conocimientos y competencias necesarias para integrarse exitosamente al mercado formal condena a la enorme mayoría de jóvenes humildes a una vida de inestabilidad, precariedad, informalidad y temporalidad laboral.

Ronald Reagan solía decir “el mejor programa social del mundo es un empleo”. La educación es la plataforma para la inclusión productiva de su población joven, y la deserción escolar está sirviendo de instrumento para la perpetuación de las desigualdades.

El autor es asesor empresarial


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