El tema de actualidad, salvar la Caja de Seguro Social (CSS) para garantizar un futuro viable, exige una actitud ciudadana que esté debidamente representada por los diputados en debates que reflejen la esencia nacional... ¡la esencia de la Patria!
La etapa de escuchar a todos los gremios de obreros, empresarios, profesionales de todos los colores ideológicos, ya se dio. Todos sometieron sus posiciones acorde con sus intereses (los gremios son organizaciones legítimas que se formaron para defender los intereses de sus agremiados). Ya se está terminando la etapa de escuchar de viva voz a la ciudadanía en la urbe... y en el interior.
Viene ahora la etapa del debate de la Asamblea Nacional en primer, segundo y tercer debate. Los diputados son políticos, pero esperamos de ellos el reconocimiento de que estamos salvando el futuro de la institución de seguridad social de la República, y su consideración requiere debatir con espíritu de esperanza, de búsqueda que reconcilie, incluya y construya hacia adelante con sentido de futuro.
No es aceptable decir ¡no! Se espera que existan actitudes de ¡sí!, pero adicionamos para mejorar. Como ciudadanos rechazaremos posturas unilaterales y asfixiantes de oportunismo partidario que solo pongan en escena la incomunicación.
Está en consideración el futuro de la seguridad social de la Nación. Los diputados le deben a sus electores, a sus partidos y a la Nación, entrar a los debates con un espíritu de esperanza que constituya una fuerza luminosa, aquella que hace posible una patria.
¿En quiénes debemos pensar cuando debatimos, señores diputados? ¿Para quiénes estamos legislando la seguridad social con viabilidad y futuro? El objetivo principal de lo social es favorecer a los panameños más vulnerables y necesitados, aquellos cuya salud, un derecho humano fundamental y básico, depende casi exclusivamente de la CSS y del sistema de salud pública.
Mientras existan filas desde la madrugada para “sacar una cita”... mientras esas citas sean programadas para meses o incluso años después... mientras haya pacientes encamados durante meses, agonizando día a día, a la espera de una cirugía de vida o muerte porque faltan insumos en los salones de operaciones... mientras las filas en las farmacias del sistema terminen con respuestas de “no hay” para tres de cinco medicinas, sin saber cuándo estarán disponibles... mientras persista una Junta Directiva inoperante, politizada, corrupta y perpetuada... mientras se mantengan 37,000 empleados recomendados por políticos, cuando se necesitan menos de 20,000 profesionales altamente capacitados... mientras haya lugares con dos hospitales públicos (uno de la Caja y otro del Ministerio de Salud), uno frente al otro y ambos deficientes... mientras miles de panameños independientes no puedan registrarse en la CSS... mientras la Caja, con jurisdicción coactiva, no cobre ni denuncie penalmente a quienes no pagan sus cuotas o se apropian de las ajenas... mientras la inflación continúe erosionando el valor de las jubilaciones... mientras la institución más grande del Estado no presente estados financieros auditados de forma independiente y con opinión, máximo tres meses después del cierre del año fiscal... mientras no exista un ente regulador que supervise a la CSS, permitiendo que sea una piñata de corrupción y botellas... mientras el sistema de empleo de la Caja no sea sometido a exámenes de mérito... y un larguísimo etcétera...
Mientras que exista esta lista canalla, el Estado panameño, a través de la CSS ,está violando flagrantemente los más básicos derechos humanos de su población más vulnerable... y la seguridad social realmente no existe.
Por estas y mil razones más, el Presidente responsablemente cumplió –como primera prioridad de su mandato- y luego de escuchar a todos los gremios presentó un proyecto de ley de reforma de la CSS, repartiendo los sacrificios necesarios, atendiendo más a los menos favorecidos… y la reforma de la edad de jubilación la postergó siete años.
Toca ahora a los diputados - quienes decidirán - entrar a debatir con el necesario espíritu de esperanza… ¡y así hacer patria!
El autor es fundador de La Prensa.