Donald Trump ha confesado que, en los cuatro años que estuvo fuera de la Casa Blanca, durante el mandato de Joe Biden, tuvo tiempo para reflexionar sobre cómo conducir a Estados Unidos y redefinir su relación con el mundo. Creemos que algunas de esas reflexiones han derivado en aciertos importantes, como su enfoque en la inmigración ilegal. Sin embargo, su afán por convertirse en el presidente del mundo podría costarle muy caro.
Vladimir Putin ha invadido Ucrania. Rusia es la agresora, la violadora de leyes y tratados internacionales. ¿Cómo puede Trump pedirle a Ucrania un “cese de hostilidades”? Menos mal que no fue presidente de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial; de haberlo sido, ¡habría favorecido a Hitler! Esto, sin lugar a dudas, obliga a Europa a replantearse su relación con Estados Unidos.
Además, la imposición discrecional de aranceles como herramienta de presión es un juego peligroso. No solo encarece los productos importados, sino que, por reciprocidad, esos mismos aranceles afectan al alza los productos estadounidenses en otros mercados.
¿Qué pasa si todo le sale mal? Si Canadá mantiene su firmeza y países como Groenlandia, Panamá, México y Ucrania no ceden, el golpe político podría ser enorme. Tal vez a Trump no le importe, pues ya no podría aspirar a otra reelección, pero la política exterior de Estados Unidos quedaría gravemente afectada frente a sus rivales, en especial China, la gran beneficiada de esta pugna. Rusia depende económicamente de ella, mientras que Estados Unidos, en su afán de ser el gendarme mundial, corre el riesgo de debilitarse.
Así las cosas, creemos que ha llegado el momento de que Europa mire hacia adentro y reduzca su excesiva dependencia de Estados Unidos. Tiene todo lo necesario: recursos, tecnología y experiencia. Incluso, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) debe desaparecer o ser profundamente reestructurada. No puede seguir siendo un club donde seis países con veto deciden por otros 26. Si realmente se busca igualdad, debe surgir una nueva OTAN o su sucesora, y lo mismo debe aplicarse a la Organización de los Estados Americanos (OEA), la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y el resto del andamiaje internacional.
Europa está obligada a unirse contra cualquier amenaza, incluso la que pueda provenir de Estados Unidos, que de un día para otro puede pasar de aliado a enemigo si sigue alentando al Hitler moderno, Putin. Solo así, tanto el gigante americano como China verán limitada su influencia geopolítica. Imaginen si América Latina hiciera lo mismo. Ha llegado la hora de independizarse de Estados Unidos, China y Rusia… ¡Europa, y el mundo entero!