El lanzador mexicano más famoso de todos los tiempos, Fernando Valenzuela Anguamea (El Toro) nació en Etchohuaquila, un pequeño poblado del municipio de Navojoa, Sonora y era el menor de doce hermanos. Sus padres, Avelino Valenzuela y Hermenegilda Anguamea, vivían de sus labores como campesinos, en una vida limitada por la falta de recursos económicos en Etchohuaquila, un área rural y marginada, donde las únicas actividades recreativas eran deportivas y el béisbol era el deporte favorito de la comunidad.
Se trata de este lanzador zurdo que se destacaba con los Tuzos de Guanajuato cuando eran parte de la Liga Central Mexicana de béisbol. Posteriormente, gracias al buscador de talentos cubano Mike Brito, fue firmado por los Dodgers de Los Ángeles el 6 de julio de 1979 y debutó más tarde en la temporada de 1980.
En 1981, llegó el fenómeno de la “Fernandomanía”, donde nuestro héroe de hoy pasó del anonimato en una liga poco conocida a la prominencia que le permitía lanzar con los Dodgers de Los Ángeles, un equipo ubicado en una de las ciudades más populosas de los Estados Unidos, cuya población tenía aproximadamente 750 mil mexicanos, suficiente para llenar el Dodger Stadium, que tiene capacidad para unos 56 mil fanáticos.
La calidad de super estrella se hizo sentir desde el inicio de su carrera con el equipo. En 1980, solamente lanzó como relevista en 10 juegos donde tuvo 2-0, efectividad de 0.00 y ponchó a 16. Pero en 1981, donde demostró al mundo lo que podía lograr, obtuvo marca de 13-7, con efectividad de 2.48, ponchando a 180 bateadores contrarios. Ese mismo año ganó sus primeros ocho juegos en línea, cinco de ellos por blanqueada.
La temporada de 1981 fue recortada por una huelga de peloteros, sin embargo, ganó los premios de Novato del Año y Cy Young, algo nunca visto anteriormente. Creemos necesario subrayar que Fernando no solo se lucía como lanzador de primera, sino que también ayudaba a su equipo con el bate, algo poco usual en las mayores.
Valenzuela, siendo un novato en 1981, fue llamado para lanzar el juego inaugural, debido a que Jerry Reuss, el designado para abrir, se lesionó la pantorrilla 24 horas antes del juego. En este primer juego de temporada pudo blanquear a los Astros de Huston 2-0.
Ese año,1981, luego de ganar ocho juegos en forma consecutiva, Fernando se convirtió en un ícono para la comunidad latina de Los Ángeles y los llenos completos en el estadio eran cosas de todos los días. Esta actitud masiva de sus seguidores fue rápidamente bautizada por la prensa especializada como “Fernandomanía”.
El gran entusiasmo de sus seguidores se mantuvo hasta que fue canjeado a los Padres de San Diego. El Toro terminó su carrera con un récord final de 165-141, 3.43 de efectividad, luego de haber tenido experiencias con los Phillies, Angelinos, Cardenales y Baltimore. En todos esos equipos tuvo una gran legión de admiradores. Después de su retiro, aceptó una oferta de los Dodgers para comentar sus partidos en radio y televisión.
Luego de 63 años de vida Fernando decidió retirarse de comentarista, pero empezó a sufrir de complicaciones hepáticas. Fue hospitalizado y al pasar varias semanas en estado grave, entregó su alma al Creador. Fernando, una gran persona, un gran atleta y maravilloso embajador de México en California, deja un legado: “no importa de donde vengas, si trabajas duro, tus sueños se harán realidad”.