La responsabilidad social de padres y maestros en los fracasos escolares de los niños es un tema crucial que requiere la colaboración y el compromiso de ambas partes. Este enfoque compartido es esencial para garantizar que los niños reciban el apoyo necesario para superar los desafíos académicos y desarrollar su potencial al máximo.
Los padres desempeñan un rol fundamental como los primeros educadores y modelos a seguir de sus hijos. Desde la creación de un ambiente adecuado para el aprendizaje, hasta garantizar un entorno seguro, estable y propicio para el estudio, donde el niño pueda concentrarse y desarrollar hábitos de aprendizaje. Como padres, tenemos la obligación de fomentar valores y disciplina, la responsabilidad de los padres es inculcar valores como la responsabilidad, el esfuerzo y la perseverancia, necesarios para afrontar los retos escolares.
Erróneamente se cree que las escuelas tienen toda la responsabilidad de la educación académica de los menores, pero no tenemos en cuenta que la educación formal en casa, es mucho más influyente y corresponde de manera colateral, al rendimiento académico.
Otra de las variantes más importantes es el apoyo emocional. El fracaso escolar no solo tiene implicaciones académicas, sino también emocionales. Esta situación, causa estrés, frustración y daña la autoestima de los niños, y es nuestra responsabilidad como padres, apoyarlos en estos momentos difíciles. Establecer de expectativas realistas, mientras es positivo motivar a los hijos a alcanzar su potencial, también es crucial evitar presiones excesivas que puedan generar ansiedad o rechazo hacia el aprendizaje.
Es inaudito que en Panamá, factores como la pobreza, la desintegración familiar y la falta de valoración de la educación por parte de los padres han sido identificadas como causas que contribuyen al fracaso y la deserción escolar. La cifra de hogares disfuncionales ha crecido significativamente en los últimos cinco años, y el índice de fracasos alcanza un nivel escalofriante. Estadísticamente hablando, vamos de mal a peor.
Por su parte, los maestros son responsables de facilitar el proceso educativo en el entorno escolar, a través de un diseño de estrategias pedagógicas inclusivas.
Es importante identificar de manera temprana los problemas de rendimiento académico del menor, y estar atentos a señales de dificultad, como falta de interés o problemas emocionales. Actuar rápidamente para brindar soluciones o buscar ayuda profesional, así como enfatizar en que el ambiente donde se desarrolla el proceso de enseñanza sea el más adecuado, factor que falla cada día más, en muchas de nuestras escuelas, las cuales, no se encuentran adecuadas correctamente para que este paso importante se cumpla.
Los roles de un educador no pueden estar limitados a guiarse por un programa rígido y meramente conceptual. Las dinámicas pedagógicas deben centrarse en el aprendizaje dinámico, participativo y adaptado a las necesidades individuales. Fortalecer la atención a niños con necesidades especiales es fundamental, atención diferenciada, y que el objetivo final sea que el aprendizaje sea un proceso emocionante y significativo, donde los estudiantes se sientan cómodos y seguros. Trabajar sobre la desigualdad educativa entre zonas urbanas y rurales, así como cubrir las carencias en la formación continua y la actualización pedagógica de los docentes. El currículum panameño, en su mayoría, no está alineado con las demandas del mercado laboral y las competencias del siglo XXI, como el pensamiento crítico, la resolución de problemas y el uso de la tecnología.
Esta relación padre de familia, maestros, escuela, ha sido abismal en los últimos años. Crear generaciones individualistas, hará que cada día estemos más lejos de alcanzar la excelencia educativa que tanto anhelamos.
Por otra parte, la creación de espacios de apoyo a la educación, mejor dicho, el aprovechamiento de los espacios disponibles, es otro factor que debe ser prioritario. Muchos de nuestros estudiantes, sobre todo los que asisten a escuelas públicas, no pueden pagar tutorías particulares. ¿Dónde quedó el apoyo al proceso docente educativo de las bibliotecas? ¿Por qué los talleres de apoyo o círculos de estudio no se habilitan en las escuelas y se anexan al horario como un aporte más al desarrollo docente? ¿Y los círculos de lectura? ¿Y el uso de los recursos bibliográficos? ¿Acaso sabe un estudiante de premedia gestionar su propia información para investigar?
Estas disyuntivas han llevado a nuestro sistema educacional a un caos que lamentablemente será muy difícil revertir si no hacemos algo con carácter urgente. Juntos, como actores de un mismo proceso en desarrollo. Velar por la educación de nuestros niños y jóvenes; ellos son el futuro del país.
La autora es bibliotecaria, poeta y narradora.