El gobierno elegido en las próximas elecciones debe ser un gobierno de “reconstrucción nacional” y no un gobierno de “unidad nacional”. La clase política ha sido rechazada en las calles. Y es eso, una “clase”, no tiene predisposición al cambio. Así las cosas, lo que deberá producir el gobierno entrante es más que cambio. Es rompimiento. Ni la estructura (economía) ni la superestructura (leyes) del país favorecen los cambios de dirección. El gobierno entrante tiene que iniciar la construcción de un nuevo país. La actuación de los diputados en la Asamblea y la acumulación de la basura, ambas “a cielo abierto”, lo evidencian.
El gobierno de “unidad nacional” debe producirse ahora. La “dejación de funciones” por parte del Tribunal Electoral, de la Contraloría General de la República y del órgano ejecutivo lo impelen. La sola designación daría un ejemplo de renunciación, un reconocimiento de responsabilidad, que allanaría el camino al gobierno entrante. Los instrumentos ya existen y las condiciones están dadas.
Los instrumentos son la Concertación Nacional, que existe por ley, y el Pacto del Bicentenario, que no ha sido rechazado por nadie. El presidente debe consultar a la Concertación Nacional, y ella supervisar como un comité ejecutivo. El Pacto del Bicentenario sería la guía interina por los dos meses de campaña electoral y los dos de transición.
Señor presidente, designe como ministro de Ambiente a un dirigente ambientalista, de los que se agitaron contra la mina, y de ministro de Economía a alguien de la Concertación Nacional. Usted tiene la llave de la ejecución del presupuesto. Antes era un departamento del Ministerio de Hacienda y Tesoro (que físicamente estaba ubicado en la Contraloría) y se llamaba Pagaduría. Hoy se llama “Gestión de pagos” y aparentemente es parte de la Contraloría. ¿Cuándo y por qué se dio el cambio? Una cosa es “control” previo y/o posterior, y otra cosa es “ejecución”.
La juventud proclamó claramente lo que ansía para Panamá: preeminencia de la naturaleza y democracia verdadera. Los muchachos lo demostraron con las formas: manifestaciones pacíficas, conscientes y emotivas (genuinas). Lo demostraron con los motivos -variados- pero coincidentes: rechazo a las actuaciones corruptas de la clase política.
La Cámara de Comercio se equivocó esta vez (mostró el cobre). No obstante, señor presidente, usted acertó: esperó el fallo de la Corte Suprema y no usó la fuerza pública. No la usó cuando los gremios organizados se aprovecharon para mostrar fuerza. Tampoco la usó cuando los violentos mostraron debilidad. En síntesis, la acción, y la reacción, fueron patrióticas y el resultado ha sido el correcto.
Correcto porque va acorde con los signos de los tiempos. La tecnología ha hecho que la realidad de todos sea omnipresente a cada uno. Nos ha convertido a todos en responsables de todo. “Un solo planeta, una sola humanidad”. De manera que la definición de corrupción en la política ha variado. Hoy la indolencia también es corrupción: no velar por la naturaleza (descuidar la tierra, el agua, el aire) y no velar por la democracia (descuidar la participación, la transparencia, la administración).
El autor es abogado

