Los grandes e importantes motivos para leer



Yo soñé que era Serafín Arellano cuando leí El final de Norma, de Pedro Antonio de Alarcón. En aquella época, el rostro de La hija del cielo era el de una compañera de escuela. Me enfrenté al vil Rurico de Cálix (con la cara del novio de mi compañera), y Alberto, amigo de Serafín, era mi compañero Manuel. La magia del escritor me hizo ver aquella película en la que solo yo podía ser el héroe.

Después de nacer, lo más importante que nos puede pasar es adquirir el hábito de la lectura. Muchos saben leer pero pocos quieren ser lectores en una sociedad en la que la ignorancia beligerante se practica con entusiasmo y se apadrina con interés desde las instituciones.

Existe un motivo fundamental por el que se lee: por escapar. Uno se evade, uno es capaz de todo cuando lee, cobra fuerza para ser el héroe de la historia que transita. Y al cerrar el libro, se sienten aún en el aire las huellas del fragor de la aventura. Nadie es el mismo después de haber leído un buen libro. Queda una huella, siempre.

“El que lee se da cuenta”, dice Carlos Fong, autor de Aviones dentro de la casa. Leer es un acto de rebeldía (otro motivo para leer), de no dejarse conquistar por lo establecido ni sus parámetros. Nos capacita para pensar por nosotros mismos y apela a nuestro criterio: ¿tú qué harías? Entonces nos damos cuenta de que esta no es la realidad que queremos, que no tiene por qué ser así todo, que se puede cambiar. Entonces comienza la aventura y nosotros somos los protagonistas.

El autor es escritor

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