“No pararemos hasta que haya un acuerdo”. Así de contundente es el mensaje con el que inicia la página web del grupo de mujeres de Israel, “Mujeres que luchan por la paz” que, desde 2014, trabaja para crear lazos con mujeres palestinas que permita construir desde la base de la sociedad, una solución pacífica al conflicto palestino-israelí.
Solo unos días antes de los ataques de Hamás del 7 de octubre y junto a “Mujeres del sol” -el grupo de palestinas que surgió con el mismo objetivo en 2021-, pedían en las calles el fin del ciclo de violencia que ha desvastado sus comunidades, al tiempo que exigían a sus líderes políticos el retorno a la mesa de negociación. Seis meses después y con mucho dolor a cuesta -unas de sus fundadoras, Vivian Silver, fue asesinada en el kibutz donde vivía aquel terrible día-, siguen adelante con un mensaje de unidad y paz.
Las mujeres han tenido un papel protagónico en los sucesos que iniciaron el 7 de octubre en Israel. Abundan las víctimas, por supuesto, pero también están las activistas que no se rinden y que se niegan a creer que la paz es imposible, a pesar de tanto odio acumulado.
Del lado de las víctimas en Israel están las que murieron, las que siguen en cautiverio y aquellas que sufrieron los horrores de la violencia sexual. El 7 de octubre de 2023, el cuerpo de las mujeres se convirtió una vez más en botín de guerra, así como en un territorio usado para la humillación del otro, en este caso Israel.
Esa barbarie quedó registrada finalmente en el informe que ONU Mujeres hizo público el pasado 4 de marzo y que concluyó que “en el contexto del ataque coordinado de Hamás y otros grupos armados… el equipo de la misión encontró que hay buenas razones para creer que se cometieron actos de violencia sexual relacionados al conflicto…. incluyendo violaciones y violaciones grupales… En la mayoría de estos incidentes, las víctimas fueron violadas primero y después asesinadas, y al menos dos incidentes tienen que ver con la violación de cadáveres femeninos”.
Lograr el pronunciamiento de ONU Mujeres no fue fácil. La atención mundial pasó rápidamente al sufrimiento de los y las gazatíes debido a los bombardeos de Israel y sus terribles consecuencias -muerte, destrucción, hambre-, de manera que lo sucedido a las israelitas aquel 7 de octubre dejó de ser noticia.
Pero aquí también el papel de las mujeres organizadas de Israel ha sido y sigue siendo fundamental. Con el liderazgo de la abogada especialista en derechos humanos, Cochav Elkayam-Levy, un grupo de criminólogas, investigadoras y activistas logró recopilar evidencias de lo sucedido, así como la creación de una Comisión Civil sobre los crímenes de Hamás contra mujeres y niños.
La tarea no fue fácil. En el judaísmo los muertos deben enterrarse rápidamente, lo que provocó la pérdida de mucha evidencia. A pesar de ello se obtuvieron testimonios, fotografías y otros datos fundamentales, incluyendo videos realizados por los propios atacantes de Hamás. El trabajo meticuloso de las activistas hizo posible que la ONU enviara a Israel una comisión especial para investigar, así como el consecuente informe sobre el horror que padecieron tantos el 7 de octubre.
Del lado de las víctimas están también las mujeres vigilantes (tatzpitaniyot o miradoras) que forman parte del ejército israelí, y cuyas advertencias sobre movimientos sospechosos en la frontera con Gaza fueron ignoradas por sus superiores.
Conocidas como “los ojos de Israel”, son un grupo de mujeres entrenadas para pasar horas y horas frente a una pantalla, indentificando cambios en el terreno, movimientos extraños, situaciones presumiblemente peligrosas en las fronteras. Son todas mujeres porque, por lo visto, los hombres no tienen ni la paciencia, ni la minuciosidad, ni la intuición que se requiere para este trabajo. Y minuciosas y precavidas fueron al advertir a sus superiores que algo estaba pasando en la frontera sur de Gaza.
Tristemente y según aseguran muchos, por pura soberbia machista o directa misoginia, las advertencias de las vigilantes fueron desoídas, pagando algunas de ellas con su vida la estulticia de sus superiores. Tampoco hubiera dado inicio a este horror que se vive hoy en Gaza, que sigue alimentando el ojo por ojo que desangra a judíos y palestinos hace ya demasiado tiempo.
Lastimosamente, el importante liderazgo femenino israelí que se manifiesta en su activismo en la sociedad civil, no alcanza el mundo del poder político: solo hay 29 mujeres de un total de 120 diputados en el Knesset, y solo 6 mujeres ministras de un total de 30 ministerios. Y, por supuesto, no hay una sola mujer en el Gabinete de Guerra creado tras los atentados del 7 de octubre.
Con esta dura realidad se enfrentan las activistas de “Mujeres que luchan por la paz” que siguen trabajando sin descanso -junto a sus compañeras palestinas de “Mujeres del Sol”-, para que se detenga el irracional castigo colectivo que ocurre en Gaza. Después de lo sucedido el 7 de octubre, están convencidas de que la ausencia de mujeres en los lugares donde se toman las decisiones ha sido y sigue siendo un error devastador.
Ambos grupos han sido nominados para el premio Nobel de la Paz. No hay duda de que lo merecen.
La autora es presidenta de la Fundación para el Desarrollo de la Libertad Ciudadana – TI