Sometida a la dinastía Ortega-Murillo, Nicaragua avanza hacia un totalitarismo de corte norcoreano. Corea del Norte, dominada desde 1948 por la dinastía Kim, es uno de los países más pobres y represivos del planeta.
Invierte los exiguos recursos nacionales en armamento y militarización, y utiliza el arsenal nuclear que ha logrado desarrollar, gracias al apoyo de China, para chantajear y amenazar a otros países. Todo ello, mientras la población muere de hambre. (VOA, 22 de octubre de 2021).
El totalitarismo es su forma de gobierno: un sistema en que el pluralismo está proscrito y no admite espacios de acción, en ningún ámbito de la vida humana, sin el control o la injerencia del Estado. En la esfera política imperan un partido único y la prohibición al flujo informativo, excepto través de los medios oficiales que divulgan las falsedades y mentiras del gobierno, en una permanente gestión de lavado de cerebros, aún más burda y perniciosa que la que expuso Orwell en su célebre novela 1984.
La represión es extrema y no se permite la emisión de opiniones que no representen elogios y alabanzas al dictador, so pena de encarcelamiento, torturas y muerte. Los más afortunados logran escapar de ese infierno en la tierra que es Corea del Norte, pero aún eso es difícil, dado el cerco que el ejército mantiene en torno a la población y un tenaz cierre de fronteras.
El sector económico se caracteriza por el control estatal de los medios de producción y la proscripción de la iniciativa privada. La actividad económica está dirigida a enriquecer al tirano y su familia, y explota sin miramientos las actividades ilegales a su alcance, desde la falsificación de dinero y el fraude financiero hasta el tráfico de armas y la esclavitud moderna. (WION News, 22 de junio).
La sociedad civil no existe y no hay posibilidades de desarrollar actividades culturales, educativas o religiosas que no estén dirigidas por el Estado. La vida civil, si es que puede llamarse así, se desenvuelve bajo un nauseabundo y asfixiante culto a la personalidad del dictador, uno de los aspectos que, según el columnista Eliseo Núñez, constituye “la principal similitud entre Corea del Norte y Nicaragua”.
En el paraíso norcoreano, explica Núñez, “los Kim son glorificados. La adoración es exigida ... En Nicaragua … las imágenes de Daniel Ortega y Rosario Murillo se muestran en gigantografías por todo el país, en cuadernos y textos escolares y cada acción de gobierno debe registrarse con una frase uniforme: ‘Gracias al comandante Daniel Ortega y a la compañera Rosario Murillo’”. (Infobae, 3 de octubre de 2021).
Desde su retorno a la presidencia en 2006, Ortega, acompañado por su consorte y vicepresidente, se ha enfocado en mangonear el sistema político a través de la manipulación de sentencias judiciales, los recurrentes fraudes electorales, una propaganda masiva pagada con recursos del Estado, el hostigamiento de la oposición y, más recientemente, el arresto, tortura, enjuiciamiento y condenas de adversarios políticos, hasta erradicar toda forma de oposición política organizada.
Durante las protestas de 2018, el régimen asesinó a más de 300 personas; en la actualidad, se contabilizan cerca de 205 presos políticos. (DW, 4 de septiembre).
A la par, la pareja presidencial se ha dedicado a penetrar los sectores económicos más lucrativos del país, con fines de enriquecimiento personal y familiar. Los amantísimos esposos son poseedores del principal hato ganadero del país y participan activamente en el negociado petrolero que, ni cortos ni perezosos, armaron bien temprano en contubernio con Hugo Chávez y la narcodictadura venezolana (Nicaragua: Dictatorship Restored?, Filmakers Library, 2011).
Quedaba en pie alguna autonomía en la sociedad civil, pero, en tiempos recientes, la dictadura se ha dado a la tarea de clausurar todo espacio que no responda a las ansias desmedidas de poder y figuración del líder máximo y su pareja.
En abril de 2022, la dictadura cerró la oficina de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Managua. Si bien se trataba de un organismo internacional (no una ONG nacional), la oficina contribuía a proteger y promover el ejercicio y vigencia –cada vez más comprometida– de los derechos humanos. En mayo, la Asamblea Nacional, dominada por el orteguismo, decretó el cierre de 83 asociaciones cívicas y culturales, entre ellas, la Academia Nicaragüense de la Lengua.
Ni la iglesia católica se ha librado del asedio. Tras años de buenas relaciones con la jerarquía eclesiástica, la tiranía nicaragüense ahora arremete contra religiosos y laicos entregados al servicio de la religión católica.
“En los últimos meses varios sacerdotes han sido arrestados y otros siguen siendo acosados por el régimen, que no ha dudado en prohibir incluso las procesiones”, informa ACI Prensa (21 de septiembre). Ortega expulsó en julio a las Misioneras de la Caridad, la orden fundada en 1950 por la madre Teresa de Calcuta, abocada a la atención de los más pobres y desvalidos en todo el mundo.
Días atrás, obligó a salir del país a las Hermanas de la Cruz, una orden contemplativa fundada en México. “Las religiosas estaban asentadas en la Diócesis de Matagalpa”, aclara ACI Prensa, “cuyo Obispo, Mons. Rolando Álvarez está con arresto domiciliario en Managua– y se dedicaban al rezo del Rosario en la catedral y a promover la adoración al Santísimo Sacramento.”
¿Qué amenaza puede presentarle al régimen un grupo de monjas dedicadas a la oración y la contemplación? Pero, en su ruta hacia el totalitarismo, que pretende reemplazar el culto divino con la idolatría a la pareja diabólica dominante en la patria de Rubén Darío, nada detiene las tropelías del terrorista Ortega y la bruja Murillo.
Esa es la grave situación de Nicaragua, un país hermano que transita hacia un sistema totalitario, ante la indolencia de sus vecinos, con el entusiasta apoyo de las dictaduras de la región y las autocracias más agresivas, como Irán, Rusia, China y Corea del Norte.
El autor es politólogo e historiador; director de la maestría en Asuntos Internacionales en FSU, Panamá, y presidente de la Sociedad Bolivariana de Panamá.
