Hacia una movilidad eléctrica justa y sostenible



La movilidad eléctrica es una tecnología que busca mejorar la conectividad física mediante la incorporación e integración de nuevas tecnologías y la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).

Ejemplos de éxito de este tipo de transporte sustentable, que a la vez promete generar una verdadera revolución en la industria automotriz, son los casos de China (líder mundial en producción de vehículos eléctricos), Noruega (país con mayor porcentaje de estos vehículos) y Alemania (que cuenta con un plan integrado para masificar la electromovilidad en todo el territorio).

En los tres países, la expansión del mercado de automóviles, buses, motos y scooters eléctricos permitió reducir considerablemente la contaminación ambiental.

América Latina y el Caribe es una región que cuenta con una de las matrices de generación eléctrica más limpias de todo el mundo debido mayormente a la alta participación que tienen las energías renovables en las fuentes de cada país. Por mencionar solo tres casos, Panamá aporta a su matriz energética un 81 % de energías renovables, mientras que Uruguay genera un 98%, y Paraguay el 100 %.

Estos contextos resultan sumamente favorables para la adopción de sistemas de movilidad eléctrica no solo por los beneficios de descarbonización del sector del transporte y la reducción de la dependencia frente a los combustibles fósiles, sino porque generan condiciones propicias para la generación de nuevas actividades económicas, la creación de empleos, la introducción de modelos de negocio innovadores para las asociaciones público-privadas, y la modernización de los sistemas de transporte masivo, entre muchos otros.

CAF -banco de desarrollo de América Latina y el Caribe- impulsa diferentes líneas de trabajo en torno a la movilidad eléctrica que implican, por un lado, la movilización de fuentes de financiamiento internacionales representadas por fondos verdes; y por el otro la elaboración de mapas estratégicos para hacer frente a las necesidades y oportunidades de cada plan subnacional de electromovilidad. Actualmente, movilizamos recursos por USD 231 millones, aprobados por el Fondo Verde del Clima (GCF), mediante el programa de Movilidad Eléctrica y Transporte Bajo en Carbono (E-MOTION), para contribuir a que países como Panamá, Paraguay y Uruguay transiten hacia sistemas de transporte eléctrico más eficientes, seguros, asequibles y mejor organizados.

E-MOTION, implica, entre otras cosas, una alianza pública y privada para reducir las emisiones de GEI en los tres países, así como para establecerlos como referentes del crecimiento verde en América Latina y el Caribe y el resto del mundo.

En el caso de Chile, hace unos días participamos en Santiago de la presentación de la Estrategia Chilena de Transporte Bajo en Emisiones (CLETS), junto a los ministros de Medioambiente, Maisa Rojas, y de Transportes y Telecomunicaciones, Carlos Muñoz, y al director Ejecutivo de la Agencia Chilena de Cooperación Internacional para el Desarrollo, Enrique O’Farrill Julien. En ese taller de arranque del proyecto, que cuenta con el apoyo del GEF, quedó en evidencia el impacto de los sistemas integrados de movilidad urbana sobre la calidad de vida de los habitantes de las ciudades y su capacidad para generar mejores vinculaciones con el entorno natural.

Además, encabezamos sesiones, encuentros, foros y paneles sobre movilidad eléctrica para generar conocimiento e información de valor que sirva para que los gobiernos municipales y subnacionales (principales ejecutores y beneficiarios de las políticas de movilidad eléctrica) puedan desarrollar integralmente sus planes estratégicos de electromovilidad.

Un ejemplo reciente de esto es la celebración de la Cumbre Empresarial Unión Europea – América Latina y el Caribe, en julio de este año, donde tuvimos la oportunidad de moderar un panel de profesionales, funcionarios y representantes de distintos ámbitos (gobiernos locales, entes controladores, sector empresarial, industria automotriz) sobre las oportunidades y retos principales de la movilidad eléctrica a nivel global.

Nuestra región presenta un gran potencial para el desarrollo de políticas de electromovilidad.

Además de las energías renovables no convencionales contamos con las reservas mundiales más grandes de litio, un recurso mineral vital para la construcción de baterías livianas y eficientes. Al respecto, América Latina y el Caribe podría beneficiarse de la inversión privada de empresas internacionales para industrializar, posicionarse como productora mundial y como enclave de una de las cadenas globales de valor con mayor dinamismo de la actualidad.

En paralelo, será importante el diseño de políticas de incentivos al nivel de los gobiernos nacionales y locales para generar las capacidades que demandan esos segmentos productivos, a la vez que atraer más inversiones para ese mercado.

En menos de un mes se celebrará en Emiratos Árabes Unidos una nueva Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP28), en la que buscaremos alzar la voz nuevamente sobre las capacidades y oportunidades que América Latina y el Caribe ofrece al mundo en términos de acción y resiliencia climática, recursos naturales y servicios ecosistémicos. Somos una región solución en materia de sostenibilidad, y combate contra el cambio climático e impacto ambiental.

En ese contexto, la movilidad eléctrica es un objetivo prometedor y absolutamente alcanzable que debe guiar el camino y funcionar como puente hacia ese mundo renovable, justo y equitativo para todos.

El autor es vicepresidente Corporativo de Programación Estratégica de CAF


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