Posiblemente nos hablaron de Hammurabi, el rey de Babilonia, en la escuela. Reinó casi dos mil años antes de la era cristiana, y su famosa Ley del Talión: “Ojo por ojo, diente por diente” es bien conocida hasta hoy. A él se atribuye el primer Código Civil y Penal del mundo. Pero fue mucho más que un legislador, también fue estratega extraordinario y gobernó con orden y justicia hasta su muerte.
Lo que me trae a escribir estas líneas, siendo abogada, es que quizás desde la destrucción de las Torres Gemelas, inadvertidamente hemos vuelto a aceptar la Ley del Talión como fuente válida de justicia, ajusticiando sin acudir ante un juez ni garantizar la presunción de inocencia.
Desafortunadamente, con beneplácito, celebramos cuando se encuentra y mata a bin Laden para vengar la monstruosidad que suponemos cometió, y muchos brincan de alegría cuando los israelitas ajustan una cuenta más de la minuciosa lista que llevan de los muertos y heridos que les causan los palestinos.
Entrenados, fría y calculadamente, salen de caza a buscar el ojo y los dientes que se les debe, con un mundo que observa, sin darnos cuenta de que están resucitando la Ley del Talión. Y en cuanto a los palestinos, la venganza es su más larga tradición. En las familias y tribus palestinas, el feudo de sangre se hereda por generaciones hasta saldar la deuda, matando al miembro de aquella familia, equivalente al de su pérdida.
Ha estado a punto de ocurrir en los Estados Unidos linchamientos de policías ante el maltrato con que la policía trata a los detenidos de la etnia negra: menos mal que allí está tan cimentada la democracia y tan respetadas las leyes, que se sigue protegiendo a los acusados hasta que sean procesados, nombrándole un abogado de oficio si el denunciado no puede pagarlo, y esperando la sentencia imparcial emitida por un jurado antes de castigarlo.
A todos nos compete distinguir cuándo se trata de venganza y de justicia. Las leyes son el fundamento de la vida civilizada y no debemos retrotraernos a un pasado prehistórico habiendo avanzado tanto.
La autora es abogada