La previsible movilización masiva de centroamericanos empujados hacia el sur por las políticas migratorias del presidente Trump y las acciones integracionistas que actualmente avanzan entre el Mercosur y la Alianza del Pacífico, son dos hechos de extraordinarias consecuencias para nuestro país, pero pareciera que nuestras autoridades todavía no las han vislumbrado y mucho menos estudiado para preparar medidas, remediables en el primer caso, o en el segundo, las estrategias de aproximación necesarias.
El cierre a la inmigración de la frontera sur de Estados Unidos, política que seguirá aplicando a rajatabla el presidente Trump, tendrá como efecto que los muchos miles de nacionales de Guatemala, Honduras y El Salvador, que seguirán tratando de emigrar en busca de mejores condiciones de vida, miren como alternativa hacia Costa Rica y, principalmente, hacia Panamá.
No hay ninguna estadística cierta del número de centroamericanos que ya viven en nuestro país, legal e ilegalmente, pero no hay que ser clarividente para saber que tendremos que enfrentar su aumento en un futuro muy próximo. Esa realidad impone diseñar acciones que deben ir desde buscar alternativas concertadas con sus países de origen, hasta medidas eficaces de control de los que ingresen ilegalmente o de asimilación de los que admitamos legalmente. Pero esas acciones debieran estarse analizando y poniendo en práctica.
En cuanto al Mercosur y la Alianza del Pacífico, estas son realidades en marcha y las acciones que adelantaron en la Cumbre de Puerto Vallarta, México, con el objeto de integrarse, de concretarse, lo que parece inexorable, tendrá repercusiones en los países que no participen en el monumental mercado común que se han trazado como meta final. Ese mercado comprendería al 79% de la población de la América Latina y al 85% de su comercio. En consecuencia, los países que queden excluid os representarán apenas el 21% de la población y el 15% del comercio restante.
Que nuestro país, especialmente bajo el presente gobierno, haya puesto especial empeño en concretar pactos comerciales fuera de nuestra región, como es el caso de las gestiones que se adelantan con China, no es criticable, pero no prestar la debida atención y prioridad a nuestro entorno latinoamericano sí lo sería, y con graves e irreparables consecuencias.
El autor es exviceministro de Relaciones Exteriores