Una de mis interrogantes de cara al debate presidencial del pasado martes era “cómo se iba a ver Harris al frente de Trump”. Me refiero a eso que Aristóteles definió como ethos, la suma de atributos y gestos que definen el empaque de alguien. Y la respuesta me llegó desde el mismo momento en que la demócrata saludó a Trump con confianza y seguridad.
A partir de allí demostró un manejo excepcional del lenguaje corporal y facial. Sin palabras, solo con gestos, calificó constantemente las respuestas de Donald Trump, con ironía unas veces, con sorna otras. Demostró carácter al mantener el tono y no caer en provocaciones, y definió mejor sus horizontes morales frente a su adversario. La compostura general de Kamala Harris fue claramente superior.
Esto es extraordinario si recordamos cuánto daño hizo el republicano a Hillary Clinton con su lenguaje corporal en aquellos debates de 2016.
Con su manejo, Harris llevó a Trump a su esquina, poniéndolo a la defensiva una y otra vez. Se demostró de nuevo que los políticos anti sistemas son extraordinarios atacando, pero tienen grandes dificultades defendiéndose.
Por momentos pareció que el que estaba en el poder era Trump y no Harris, actual Vicepresidenta del gobierno que lidera el Partido Demócrata.
Al expresidente se le vio incómodo, desarrolló muy poco y tuvo dos o tres episodios desafortunados (el tamaño de sus eventos; los inmigrantes comiendo mascotas; y la riqueza heredada) que serán explotados por el Team Harris de forma vehemente a partir de hoy.
Harris se mantuvo en su plan de debate de atacar desde los temas y el pasado de Trump. Se le metió en la piel con temas insignificantes en política, pero que por su personalidad hacen perderse al magnate neoyorquino. Ello se notó especialmente en las respuestas que deba ante los planteamientos de ella, casi siempre pivotando hacia visiones personales.
Nadie sabe a ciencia cierta los efectos del debate de la noche del martes 10 de septiembre en la carrera presidencial de Estados Unidos, pero si algo quedó claro es que Kamala Harris no será una contendiente fácil para Donald Trump. La otra conclusión es que Trump sigue descolocado frente a Harris, que no ha logrado definirla ni definirse él mismo ante ella.
Con todo, no olvidemos que hace un mes largo Trump era el próximo presidente de Estados Unidos, y que Harris había sido un meme durante el Gobierno de Biden. Aún queda mucho por ver.
El autor es consultor de comunicaciones

