¿Hasta cuándo nos mancillan? ¡Basta!



Gracias a Dios que finalmente termina la ingobernabilidad que hemos experimentado durante cinco años, tres de las cuatro postrimerías: 1) infierno el que hemos vivido los panameños; 2) juicio, que ya lo hemos definido con la peor calificación posible; 3) muerte, que ya está a pocos días de llegarle. La cuarta es gloria, pero ni la mencionamos porque hubo una ausencia total durante cinco años.

La falta de acción por parte de los gobernantes actuales abre las puertas al gobierno entrante para que imite ejemplos internacionales de países latinos que han tenido situaciones similares y que han tomado decisiones radicales contra esas embajadas que protegen a reos convictos, aduciendo inmunidad diplomática. Ya existe un precedente similar reciente, donde un Estado sintió su honor y honra mancillada, por lo que arremetió contra dicha embajada y sacó al reo a la fuerza. Seguidamente, Naciones Unidas externó uno opinión reprimiendo al país cuya embajada había dado asilo, que la inmunidad diplomática no era para asilar delincuentes comunes ni reos convictos. Aplaudimos esa acción, que fue un duro golpe para la corrupción y a quienes tratan de escudarse tras ella.

Aquí nosotros estamos viviendo un caso idéntico, donde la embajada de un país centroamericano ha dado asilo político a un reo convicto, mancillando nuestro honor y honra patria. No solo eso, sino que sigue la burla al permitir que en el supuesto suelo diplomático, el reo convicto construya para anexar las facilidades que le permiten hacer más grata su estadía de asilado, recibir las interminables visitas de compinches, cuya misión es desestabilizar el proceso democrático, y seguir manipulando su partido político para la colocación de fichas claves a partir del 1 de julio. Esta situación ofensiva, contra toda honra y honor patriótico, solamente conlleva una acción de fuerza a realizarse el 1 de julio: que el presidente de la República, como jefe máximo de la Policía Nacional, ordene inmediatamente el asalto a dicha embajada y saque al reo convicto y lo traslade a la prisión en Punta Coco, donde alojan a los reos peligrosos. Este sería el mejor mensaje que pudiéramos recibir los panameños y patriotas decentes, y que nos limpia un poco la reputación internacional que tenemos.

Al suceder esto, en dicha prisión en Punta Cocos están bloqueadas las señales de celulares e internet, las visitas son restringidas y la comunicación limitada a una llamada periódicamente, lo que evitaría al reo convicto a seguir influenciando en la política local y cumplir su condena pacíficamente. Claro que no se le debe autorizar el salvoconducto, pues se hace necesario que cumpla su condena aquí, en una prisión, y que no salga un subterfugio legal que le permita casa por cárcel o trabajo social, y mucho menos asilo en un país donde tendría los mejores beneficios de un hacendado con un dictador metido en su bolsillo.

El reo sigue manipulando la elección, el próximo 1 de julio, del presidente de la Asamblea Nacional, todo esto desde su cuartel de asilado diplomático. Si por alguna de esas travesuras, que suelen suceder, logra esto, entonces vendrá la desobediencia civil, pues la democracia no permitirá que sujetos como éstos ocupen dicha posición. ¿Será que entonces la Cruzada Civilista o una nueva fuerza civil se tomará la Asamblea para restituir el orden democrático y proceso de adecentamiento nacional? ¿Será que la Fuerza Pública arremetería contra esos civilistas?

Hay que hacer entender a esos diputados, cuya conciencia está a la venta, que ellos no son inmunes a las piedras, palos y puñetes, y que no pueden seguir el ejemplo de los sindicalistas cierra calles y que destruyen impunes bienes privados y tienen el beneficio del mando actual de la Policía Nacional de no intervenir; o sea, que hagan lo que les da la gana. Entonces podemos pensar en acciones similares y recíprocas para esos diputados que se presten para violar los derechos y voluntades de las personas decentes, que somos más, como volcar, tirarles piedra, romperles los vidrios a sus autos, hacer manifestaciones a las casas donde residen para poner presión cívica, repudiarlos en los lugares públicos que frecuenten, incluyendo los familiares que han gozado y siguen gozando de esas prebendas mal habidas.

El gobierno entrante tiene todas las posibilidades de ordenar la casa, como lo prometió en su campaña y tendrá una comunidad civil vigilante y renaciente que buscará resultados de cualquiera de las formas que se requiera.

El autor es ciudadano


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