La hora de los valientes



Nicaragua dice ¡basta! con la fuerza y la bizarría de un joven, Lesther Alemán, que exigió a Daniel Ortega, alto y claro, que deje de matar, que deje la represión. Se lo dijo en el marco de la mesa de diálogo nacional, que allí no estaban para dialogar, “sino para negociar su salida”. Pero el tirano y su vicepresidenta no dijeron nada: están heridos por la palabra de la razón.

Es la hora de los valientes, no solo en Nicaragua, sino en toda la región. No podemos abdicar de nuestro sentido crítico en favor de aquellos que un día, más temprano que tarde, darán un golpe de timón y se quedarán con nuestra libertad, vendida sin saberlo por un puñado de seguridad. Parecen demócratas, parecen buenos líderes, pero solo quieren, en el fondo, dominarnos a través del miedo.

Pero nosotros, buenos para ir contra el derecho de los demás para imponer los nuestros, hemos claudicado en la lucha por un sueldo digno, por la transparencia, por la reforma de la Constitución o de la Caja de Seguro Social. Somos como aquellos fariseos que cuelan el mosquito y se tragan el camello, acobardados tras nuestros intereses personales. La democracia, presa de la corrupción, amenaza con saltar por los aires y no hay valientes para decir ¡basta! No hay coraje para salir en su defensa. Mucha superstición, mucha oración y rezo, pero poca razón y convicción democrática. Las sociedades que esperan milagros son las que terminan con presidentes que hablan con pajaritos o con teócratas más sagrados que el mismísimo Dios. Sin voces como las de Lesther, el silencio del fracaso nos hará estallar los tímpanos.

El autor es escritor

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