Hoy por hoy



Lo que está ocurriendo con la Caja de Seguro Social (CSS) –su virtual quiebra si no se hace algo en los próximos meses– es la consecuencia de utilizar el patrimonio de los cotizantes para fines políticos. Desde hace décadas, la CSS es una suerte de refugio de invierno para los gobiernos, que vieron en esta institución la forma de pagar favores políticos; sin mencionar el hecho de que reina una gran corrupción en las licitaciones de medicamentos y servicios y de que la atención al asegurado va de mala a pésima. Pero lo más preocupante ha sido el hecho de que los gobiernos han sido cómplices en llevar a la CSS a estos extremos, sin considerar que los fondos de pensiones han sido motivo de graves y peligrosos movimientos sociales en Europa, incluso en América, donde no hace mucho, en Nicaragua, provocó una explosión colectiva que los organismos de derechos humanos calculan que costó la vida a unas 600 personas. Estos antecedentes deberían ser suficientes para haber prevenido lo que ahora enfrentamos, ya que es fácil de adivinar las consecuencias cuando cerca de los 300 mil jubilados y pensionados de la CSS no puedan cobrar sus cheques. A eso, nada menos, nos enfrentamos.

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