El deporte, un espacio que debería ser sinónimo de disciplina, competencia sana y formación para la juventud, ha sido lamentablemente corrompido por los tentáculos de la política y la corrupción. El reciente escándalo en la Liga Panameña de Fútbol, con jugadores y exjugadores acusados de manipular resultados, es solo la punta del iceberg de un fenómeno más amplio y corrosivo. La vinculación de dirigentes deportivos y políticos en tramas de peculado y sobornos, como el caso de Pedro Sánchez Moro con el equipo Santa Gema, o la denuncia por el supuesto uso indebido de fondos públicos en el Sporting San Miguelito, demuestra hasta qué punto la política ha infiltrado el deporte. Estas acciones no solo desvirtúan la esencia del juego, sino que roban oportunidades a los jóvenes que buscan en el deporte una vía de superación personal. La condena del expresidente de Fepafut, Ariel Alvarado, en el marco del FifaGate, evidencia la magnitud del problema, mientras la politización de federaciones como la de béisbol o natación refuerza la impunidad y la perpetuación de estos males. El deporte debe recuperar su dignidad, lejos de intereses oscuros que pervierten su noble propósito.
Hoy por Hoy: Cuando la política le juega sucio al deporte nacional
05 sep 2024 - 05:00 AM