En su primer discurso como presidente número 47º de Estados Unidos, Donald Trump mencionó a México, China, Francia y Panamá, declarando su interés en recuperar el Canal de Panamá. Este reclamo no solo desafía nuestra soberanía, sino que también ignora la lucha histórica que Panamá libró desde 1903 para poner fin a derechos perpetuos que afectaban nuestra independencia.
El Canal, desde su reversión en 1999, es símbolo de nuestra autodeterminación. El discurso nacionalista es útil para consolidar el apoyo local. Sin embargo, si queremos ser efectivos, debemos apelar a la razón y al apoyo latinoamericano y mundial.
El Canal es panameño por derecho, y su neutralidad beneficia al comercio global. Es clave respaldar al presidente José Raúl Mulino, reafirmando nuestra soberanía con diplomacia firme, construyendo alianzas estratégicas, y destacando que los tratados canaleros de 1977, respaldados por decenas de países, garantizan la neutralidad del Canal. Panamá debe liderar con la razón, en defensa de lo que es nuestro y al mismo tiempo, del beneficio global.