La clave para el futuro de Panamá no está en debates estériles ni en promesas sin sustento: está en la generación de empleos. La última encuesta de la Contraloría General revela que la tasa de desempleo ha subido al 9.5%, mientras que casi la mitad de la población ocupada (49.3%) sobrevive en la informalidad. El sector privado sigue sin recuperar los niveles de empleo de 2019 y, en su lugar, se ha multiplicado la contratación de funcionarios y el trabajo precario.
Si el gobierno no reactiva la economía, ninguna reforma a la Caja de Seguro Social será suficiente para sostener el sistema. La inversión debe ser una prioridad urgente, y para lograrlo es esencial generar confianza. Se necesita dinamizar la construcción, fortalecer las asociaciones público-privadas para infraestructura, y ofrecer incentivos como el interés preferencial para la vivienda. Sin estos motores de crecimiento, la economía seguirá estancada.
Panamá no puede seguir dependiendo del endeudamiento y la burocracia para sostenerse. El país necesita inversión, estabilidad y, sobre todo, empleos. Esa debe ser la prioridad del gobierno.
