Solo en un país donde la impunidad ha echado raíces profundas puede prosperar una iniciativa tan escandalosa como la propuesta de amnistía que busca blindar a dos expresidentes acusados de corrupción. Lo más grave no es que exista el proyecto, sino que 27 diputados estén dispuestos a violar la Constitución para proteger a sus aliados. Pretender disfrazar delitos de blanqueo de capitales y corrupción como si fuesen simples delitos políticos es una afrenta a la justicia y a la ciudadanía.
Este intento burdo de manipular las leyes erosiona la confianza en nuestras instituciones por dos vías: fortalece la impunidad y debilita la democracia al fomentar la inestabilidad política. La amistad no se demuestra encubriendo delitos, sino actuando con integridad. Quienes juraron cumplir la Constitución y hoy promueven este adefesio legal merecen el repudio total. Muchos de los que firmaron ese nefasto documento deberían estar rindiendo cuentas ante los tribunales, no escribiendo leyes para salvarse entre ellos.