En medio de la pugna entre Washington y Pekín por los puertos de Balboa y Cristóbal, Panamá tiene una oportunidad inusual: corregir un modelo de concesión que ha sido más beneficioso para la empresa operadora que para el país. Mientras China y Estados Unidos enmarcan el tema como un asunto de seguridad nacional, nuestro foco debe estar en cómo renegociar términos que realmente favorezcan el desarrollo panameño.
La prórroga automática del contrato de Panama Ports Company, obtenida en 2021 sin mayor discusión, fue un error, o más bien un horror. Ahora, con la Corte abriendo la puerta a una revisión y la Contraloría investigando, el país tiene margen para exigir mejores condiciones.
Lejos de vernos atrapados en una disputa entre potencias, Panamá puede convertir este momento en una ventaja estratégica. Si el Canal es clave para la seguridad global, también lo es para nuestra prosperidad. La pregunta es si sabremos aprovechar la atención internacional para lograr concesiones justas y beneficios reales para la nación.