Mientras el presidente José Raúl Mulino intenta gobernar, Ricardo Martinelli desafía la legalidad desde su refugio en la Embajada de Nicaragua. Condenado por lavado de dinero, incumple las normas del asilo diplomático y sigue agitando a sus seguidores con mensajes incendiarios y publicidad paga en X.
En plena crisis por la reforma a la CSS, pautó un anuncio con una metáfora bélica e insinuó la movilización de comunidades indígenas, evocando las protestas de 2022 y 2023. Pero hay una contradicción: Martinelli pidió asilo en el gobierno pasado alegando persecución política. Ahora su candidato es presidente, ¿quién lo persigue?
Mulino ha exigido respeto al derecho internacional, pero Nicaragua sigue protegiendo a Martinelli. Mientras tanto, el expresidente insiste en quedarse en Panamá, pero no en una embajada.
Entonces, ¿quién manda realmente en Panamá? ¿Mulino o Martinelli, quien intenta crear caos para salirse con la suya? Su influencia se debilita, pero su objetivo sigue siendo el mismo: desestabilizar el país para su beneficio.
