La frustración es inmensa cuando la democracia se convierte en un espejismo. Eso es lo que sucede hoy en Venezuela, donde el gobierno de Nicolás Maduro se robó las elecciones con el descaro que solo permite la impunidad. Este fraude se consolida ante la mirada cómplice de gobiernos autoritarios como Cuba, Nicaragua y Rusia, y con la tibieza de sus aliados naturales como México, Colombia y Brasil.
En contraste, destaca la valentía de Gabriel Boric, presidente de Chile, quien, a pesar de liderar un gobierno de izquierda, condenó sin rodeos este atropello. Su postura demuestra que los principios democráticos deben estar por encima de cualquier ideología.
Para los panameños, esta historia resuena profundamente. Durante 21 años sufrimos una dictadura que intentamos superar pacíficamente, hasta que una invasión violenta que no pedimos nos devolvió una democracia imperfecta. Esas dictaduras, como la venezolana, solo sobreviven por la complicidad de quienes se benefician a costa de sus pueblos.
Al pueblo venezolano le extendemos nuestra solidaridad. No desmayen: el sol volverá a salir y juntos revertiremos lo que hoy parece irreversible.