La minería divide profundamente a nuestro país. Ignorar la oposición masiva al contrato minero sería un error, pero también lo sería cerrar los ojos ante una realidad que sigue abierta, literalmente: el hueco está ahí, la mina no se ha cerrado y el riesgo ambiental persiste.
Además, enfrentamos varios arbitrajes internacionales cuyo desenlace es incierto. Nadie puede asegurar que los ganaremos, y si perdemos, el costo podría ser inmenso, uno que el país no puede pagar.
La crisis de la Caja de Seguro Social es un recordatorio de lo que ocurre cuando se postergan decisiones difíciles. Durante años se ignoraron las advertencias, hasta que la única salida fue una ley con grandes sacrificios fiscales para intentar contener la crisis. No podemos repetir ese error. Como sociedad, no podemos paralizarnos por miedo o confrontaciones estériles.
Necesitamos recuperar el diálogo y construir acuerdos. Las decisiones que tomemos hoy marcarán el futuro. Es momento de dejar atrás las trincheras ideológicas y actuar con responsabilidad. Solo así lograremos la estabilidad y la paz social que todos anhelamos.