En entrevista con La Prensa, François Valérian, presidente de Transparencia Internacional, recordó que el acceso a la información no es un privilegio, sino un derecho esencial para ejercer ciudadanía. Sin transparencia no puede haber ni justicia ni confianza en las instituciones. Pero en Panamá, como en muchos países, el combate a la corrupción tropieza con opacidad estructural: registros incompletos de beneficiarios finales, uso de sociedades pantalla, procesos administrativos sin trazabilidad y gobiernos que retienen datos clave bajo argumentos vagos de confidencialidad.
La corrupción no se combate solo con leyes o discursos. Se combate con reglas claras, aplicación efectiva, protección real a quienes denuncian abusos y vigilancia activa de una ciudadanía informada. También exige reformas urgentes para que periodistas, investigadores y fiscales puedan seguir el rastro del dinero, sin obstáculos deliberados ni zonas grises que perpetúan la impunidad.
En tiempos donde la verdad parece disputada entre bandos, luchar contra la corrupción exige algo más que coraje: exige que los hechos, y no los relatos convenientes, prevalezcan.