Las intensas lluvias que han azotado recientemente la comarca Ngäbe Buglé han revelado, una vez más, la fragilidad de nuestras infraestructuras y la falta de atención sostenida hacia las comunidades más vulnerables del país. Los desbordamientos de ríos y los deslizamientos de tierra han devastado los distritos de Besiko y Ñürüm, dejando a su paso cultivos destruidos. Las localidades de Chube - Niba y Soloy se encuentran entre las más afectadas. La situación es tal que la ayuda solo puede llegar por aire o mediante vehículos 4x4, debido a la intransitabilidad de los caminos.
No es la primera vez que estas comunidades enfrentan estas situaciones. Lamentablemente, tampoco es la primera vez que las autoridades reaccionan con lentitud, como si las necesidades de nuestros pueblos originarios pudieran seguir esperando.
El informe del Banco Mundial, Panamá: del crecimiento a la prosperidad, destaca las profundas brechas territoriales que afectan a las comarcas, donde el 76% de la población vive en pobreza. La limitada capacidad para enfrentar desastres naturales golpea con más fuerza a los más vulnerables. Es urgente abordar estas desigualdades y fortalecer la resiliencia de estas regiones para garantizar un desarrollo más inclusivo y sostenible. Cada temporada de lluvias se convierte en una nueva prueba de supervivencia para las familias de la comarca, que ven cómo sus cultivos se pierden y cómo el acceso a alimentos, medicinas y otros bienes esenciales se vuelve un reto casi insalvable.
Es indignante que estas regiones, históricamente ignoradas en los planes de desarrollo e inversión del Estado, solo reciban atención cuando los desastres naturales alcanzan niveles críticos. Aun así, la respuesta sigue siendo insuficiente. La falta de infraestructura adecuada, como puentes y caminos que resistan las inclemencias del tiempo, no es solo una carencia logística: es una falla de política pública que perpetúa la desigualdad y el abandono.
La situación en la comarca Ngäbe Buglé es cada vez más alarmante. Las previsiones meteorológicas no ofrecen alivio. Los reportes indican que las lluvias podrían continuar, aumentando el riesgo de deslizamientos de tierra y crecidas de ríos. La región de Chiriquí, que incluye parte de la comarca, ha sido declarada bajo alerta por el Sistema Nacional de Protección Civil (Sinaproc), que se mantiene en constante vigilancia.
Uno de los mayores desafíos para las autoridades y los organismos de socorro es el acceso extremadamente limitado a las zonas afectadas. La falta de transporte adecuado y recursos logísticos ha dejado a muchas comunidades en un estado de aislamiento total, sin recibir asistencia en alimentos ni insumos esenciales. La precaria condición de los caminos, agravada por la erosión y los continuos deslizamientos, ha hecho de la evacuación y la distribución de ayuda humanitaria una tarea prácticamente imposible.
Entre noviembre y enero, las lluvias en esta región se intensifican a niveles críticos, afectando la seguridad de miles de estudiantes y docentes. No es exagerado decir que asistir a la escuela se convierte en un verdadero acto de valentía para los jóvenes de Kankintú. En muchas comunidades, no existen puentes seguros; los ríos se cruzan con poleas improvisadas o pasarelas de bambú, exponiendo a niños y adolescentes a situaciones peligrosas y, en algunos casos, fatales. Esto no solo representa una barrera física, sino también una amenaza constante a su integridad.
Muchas escuelas de la comarca aún funcionan en estructuras de ranchos y carecen de recursos básicos. Los centros de salud son prácticamente inexistentes. Es inaceptable que docentes permanezcan atrapados en escuelas sin acceso a alimentos, mientras que comunidades remotas como Chube-Niba enfrentan una crisis por la falta de medicamentos e insumos esenciales. No se puede hablar de equidad cuando miles de personas quedan abandonadas ante desastres naturales, sin recibir la asistencia urgente que necesitan para cubrir sus necesidades más básicas.
Recordemos que hacer patria también significa reconocer y solidarizarnos con las necesidades de quienes lo han perdido todo. Desde la comarca, exigimos mayor atención y respaldo, igual que para otras regiones del país devastadas por los efectos del huracán Rafael.
El autor es egresado del egresado del Laboratorio Latinoamericano de Acción Ciudadana LLAC-2022.