Para muchos que pensaban que hablar de imperialismo era anacrónico y que vivíamos en una sociedad posmoderna donde todo estaba flotando, incluso el concepto de poder imperial, Toni Negri y Michael Hardt dijeron “el imperialismo ha concluido”. Estaban equivocados. El libro más conocido de ambos, Imperio, fue publicado hace 25 años por Harvard University Press. Se vendió como pan caliente: lo leyeron desde todos los ángulos —de izquierda, de derecha, desde arriba y desde abajo— y tuvo gran influencia en la percepción contemporánea del imperialismo. El libro sostenía que el imperialismo clásico, centrado en los Estados-nación, había sido superado por una forma global de poder descentralizado y posmoderno. Sin embargo, tras dos agresiones sufridas en la segunda mitad del siglo XX —el 9 de enero de 1964 y la invasión de 1989—, el imperialismo vuelve a arremeter.
Cuando los estadounidenses hablan de seguridad nacional, la cuestión se vuelve seria. La política en esa línea del presidente Trump respecto al Canal de Panamá es clara: “El Gobierno de Trump solicitó formalmente a los funcionarios del Pentágono ‘opciones militares creíbles’ para garantizar el acceso sin restricciones de Estados Unidos al Canal de Panamá, una de varias nuevas directivas delineadas en lo que equivale a una revisión importante de las prioridades estratégicas de Estados Unidos, según un nuevo memorando que fue enviado a altos líderes y revisado por CNN”. ( https://surl.li/auiilw ).
Ya no se trata de suposiciones: con la visita del secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, están en curso las pretensiones no solo de Trump, presidente de turno de Estados Unidos, sino del imperialismo. Nuestra relación de dependencia no es coyuntural, sino estructural. Hegseth nos lo dijo en nuestra cara, ante la mirada complaciente —y sonriente— de nuestros gobernantes: “Varios aviones del Cuerpo de la Infantería de Marina y de la Marina de Estados Unidos están visitando Panamá para mejorar nuestra cooperación en seguridad aérea y marítima. Hemos establecido el Grupo Conjunto de Cooperación en Seguridad de Panamá, aquí en la Ciudad de Panamá, con el fin de coordinar las actividades militares estadounidenses con nuestros socios panameños”. ( https://surl.li/ycjvmy ).
Ver esos aviones de guerra, buques con misiles e infantes con su traje de faena realmente da escalofríos: basta recordar a nuestros mártires. Cuando nuestras autoridades ministeriales hablan de soberanía, lo hacen de manera abstracta. Justifican lo injustificable. No existe una respuesta digna en el discurso oficial frente a las acciones del imperialismo sobre el terreno. La presencia militar y el establecimiento de escuelas e instalaciones, disfrazados de una “cooperación más amplia”, son una vergüenza: una ignominia imperialista para con el pueblo panameño que tanto luchó por su soberanía.
El autor es doctor en filosofía.