“Acabar con la pobreza y la desigualdad de las mujeres” sigue siendo una prioridad que requiere una acción conjunta para eliminar la discriminación, y garantizar que nadie se quede atrás en la ruta hacia el desarrollo sostenible. Así lo ha señalado la organización de las Naciones Unidas ONU Mujeres, quienes lideran la campaña del Día Internacional de la Mujer 2024, que este año tiene por lema: “Financiar los derechos de las mujeres para acelerar la igualdad”.
En ese sentido, para la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) la igualdad de género no solo es un derecho, sino además es un elemento central que permite alcanzar la seguridad alimentaria para todos y todas, mejorando los niveles de nutrición, optimizando la productividad agrícola y el manejo de recursos naturales, así como mejorando los niveles de vida de la población rural.
La FAO sostiene que la transformación de los sistemas agroalimentarios se podrá lograr siempre y cuando se trabaje de manera simultánea por la equidad de género, y se visibilicen y potencien los diferentes papeles que juegan las mujeres en la agricultura y el desarrollo rural.
La igualdad de género no es solo un medio esencial, es también un derecho humano fundamental. Desde 2020, la pandemia por covid-19, fenómenos climáticos, el incremento en los precios de los alimentos y otros factores, han empujado a millones de personas más a la pobreza severa. Esto podría llevar a más de 342 millones de mujeres y niñas a vivir por debajo del umbral de pobreza en 2030, según indican las proyecciones.
De ahí que, las organizaciones como la FAO nos unimos a los movimientos de mujeres que abogan por modelos alternativos para avanzar hacia una sociedad que preserve el medioambiente y la sostenibilidad de la vida, que reconozca los conocimientos y saberes de las mujeres rurales, indígenas, campesinas y afrodescendientes, que amplifique su voz y su rol protagónico en una economía que permita un desarrollo sostenible.
Sin duda alguna, las desigualdades persistentes entre mujeres y hombres son un obstáculo importante para la agricultura y el desarrollo rural, y eliminar estas disparidades es fundamental para construir sistemas alimentarios sostenibles e inclusivos, y sociedades resilientes y pacíficas.
Las mujeres representan a escala mundial más del 37 % de la mano de obra agrícola rural, proporción que se eleva al 48% en los países de ingresos bajos, y su contribución es destacada en todos los subsectores agrícolas.
Ellas constituyen cerca del 50% de los 600 millones de las personas dedicadas a la pequeña ganadería del mundo y cerca de la mitad de la mano de obra de las pesquerías en pequeña escala.
Además, estos porcentajes probablemente subestiman la contribución total de las mujeres a la agricultura en la medida en que su trabajo, a menudo sin remuneración, no siempre aparece reflejado debidamente en las estadísticas oficiales.
Sumado a esto, las mujeres y niñas del medio rural continúan en situación de desventaja con respecto a sus pares hombres en cuanto al acceso a activos, recursos, servicios y oportunidades esenciales.
Informes de la FAO muestran que la tierra, probablemente, sea el activo económico más importante en relación con el cual la brecha de género es más evidente: las mujeres siguen constituyendo, a escala mundial, una significativa minoría de la titularidad de explotaciones agrícolas.
La Política de Igualdad de Género de la FAO 2020-2030 reafirma que “las mujeres rurales de distintas regiones siguen encontrando restricciones en función del género, que limitan su potencial como agentes económicos y su capacidad de cosechar plenamente los beneficios de su labor”.
Partiendo de esto, resulta urgente que todos los sectores apoyemos las medidas que busquen financiar iniciativas de desarrollo local alternativo y soluciones concretas en el territorio. La inversión en mujeres y niñas puede servir de catalizador para acelerar los avances en la agricultura, el desarrollo rural y, en última instancia, la seguridad alimentaria y la nutrición.
Desde la FAO reiteramos que asegurar que las mujeres tengan mejor acceso y control de los activos y recursos contribuye a aumentar la productividad y la producción agrícolas, lo que, a su vez, se traduce en beneficios que probablemente perduren durante generaciones.
En consecuencia, financiar los derechos de las mujeres y cerrar la brecha de género en la agricultura es esencial para promover un desarrollo agrícola y rural inclusivo.
(Adoniram Sanches es coordinador subregional de la FAO en Mesoamérica y Verónica Chicas es especialista de género de FAO)